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Tres imágenes de Puertollano escalando el Buen Pastor. Foto LVG. |
Hace 90 años los donostiarras miraron hacia la torre del Buen Pastor. En lo más alto, un hombre colocaba una bandera. Había subido hasta allí sin más ayuda que la de sus propias manos. Aquel hombre era Miguel Puertollano, el “escalatorres”.
CUANDO PUERTOLLANO ESCALÓ LA TORRE DEL BUEN PASTOR
VIERNES 3: UN EXTRAÑO ESCALANDO LA TORRE DEL BUEN PASTOR
En torno a las ocho de la tarde del viernes 3 de septiembre de 1926, los donostiarras que paseaban por la plaza del Buen Pastor pudieron observar un espectáculo insólito: por la torre de la, entonces, iglesia, trepaba un hombre a mano desnuda.
Aquel espectáculo comenzó a atraer a numerosos espectadores que comenzaron a atestar las calles colindantes. Aquel hombre había escalado hasta la veleta y colocaba la bandera nacional, como si hubiese ascendido a la cumbre de una montaña. El rojo y gualda estará muy presente en esta historia. Eran tiempos de patriotismo exacerbado: dictadura de Primo de Rivera y la eterna guerra del Rif.
Aquel “hombre-araña” era el famoso Miguel Puertollano, hijo del también famoso escalatorres José Puertollano. Los Puertollano eran una familia de acróbatas circenses que, desde hacía tiempo, recorrían la geografía ibérica escalando las torres de las iglesias como espectáculo. El padre, José, había ganado gran fama escalando sin permiso la torre de la catedral de Santiago de Compostela en 1909. No hace falta decir que, Miguel, había heredado el “arte” de su padre. En Guipúzcoa, hacía poco tiempo habían escalado la iglesia parroquial de Elgoibar —entre el público asistente estuvo el Gobernador Civil—. Al final del artículo, en las fuentes, encontrarán links a otros artículos que recogen las peripecias de la familia Puertollano.
Durante la noche del mismo día que colocó la bandera, Puertollano, junto con su padre, se reunió con los periodistas para aclararles la razón de tal hecho y notificarles que el próximo lunes, volvería a escalar la torre para retirarla, ante la mirada de todo el público que acudiese a verlo. También anunció que entre la mañana o la tarde del domingo haría pruebas de entrenamiento, lo cual hacía prever que la plaza estuviese concurrida de espectadores.
En la reunión, los “escalatorres” explicaron, como expertos escaladores que eran, las dificultades que entrañaba el desafío, a saber: La torre del Buen Pastor —la cual mide aproximadamente 74 metros– era considerada difícil de escalar a causa de su moderna construcción, en la que apenas había puntos de apoyo, pues las cornisas eran tan inclinadas que impedían el descanso, haciendo que la ascensión resultase agotadora. Un diario —
El Pueblo Vasco— añade que se colocarían puntos de apoyo para que Puertollano pudiese descansar y que el recorrido a seguir sería indicado con banderitas.
Debido a las dificultades, Miguel había decidido que lo mejor era comenzar la ascensión desde el reloj y no desde la base, siendo así más atractivo para el público; ya que, de lo contrario, la ascensión sería demasiado lenta a causa de los descansos. Si la escalada pudiese ser más interesante, repetiría la ascensión comenzando desde la base de la torre.
Evidentemente, la peligrosa aventura de trepar a la torre no era por puro alarde gratuito. Tras el espectáculo, se haría una cuestación entre los espectadores, de la que una buena parte del dinero recaudado sería destinado a una institución benéfica; el resto, se sobreentiende, sería para la familia Puertollano. El espectáculo no contó con el patrocinio de la Comisión de Fomento municipal, pero si el permiso de las autoridades para ser realizado, si bien lo de la cuestación estaba aun en negociaciones.
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Retrato de Miguel Puertollano. LVG. |
LUNES 6: PUERTOLLANO NO TREPA
El día había llegado, pero… Puertollano no escaló la torre. Según La Voz de Guipúzcoa, “lo menos había cinco mil personas” reunidas en la plaza a la espera del acontecimiento. Aquel inmenso gentío se quedó con un palmo de narices. ¿Pero qué es lo que ocurrió?
A la noche, el “escalatorres” visitó la redacción de La Voz de Guipúzcoa —este diario aporta más datos sobre esta historia— para dar explicaciones y notificar al público el porqué del fiasco. Según Puertollano, el proceder del ayuntamiento pudo responder a “alguna mala interpretación”. También manifestó la proposición de intentar aclarar el asunto ante las autoridades y poder realizar su trabajo lo antes posible.
Sobre qué era aquella “mala interpretación” hay varias versiones. Según La Voz, ocurrió que dos horas antes del comienzo del espectáculo, Puertollano fue informado por la Alcaldía de que no le concedía permiso para trepar la torre con arreglo a lo que él “había solicitado desde un principio”. ¿Queda claro? No mucho. Otro diario —El País Vasco— comenta que no se le dió permiso para “verificar una cuestación pública”. Y quizás no solo fuese el tema de la cuestación: días más tarde, el 9, La Voz dirá que las autoridades, para evitar una desgracia, habían indicado que se colocase una cuerda a lo largo de la torre para “agarrarse a ella en el caso de que notase que cedía alguna piedra o cosa análoga que se hiciese comprender que iba a caer desde tan respetable altura”. Seguridad ante todo.
En los siguientes días, los diarios locales informarán sobre las novedades respecto a las gestiones de Puertollano y las probables fechas para celebrar la tan deseada escalada. Al final, se fijará una fecha: el viernes 10, a las seis de la tarde, Puertollano escalaría hasta la veleta de la iglesia del Buen Pastor.
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“Miguel Puertollano, durante su arriesgadísima ascensión. (Foto Gueréquiz.)”. LVG. |
VIERNES 10: PUERTOLLANO ESCALA EL BUEN PASTOR
El público acudió en masa para ver el espectáculo.
La Voz de Guipúzcoa llegó a decir que se reunieron en torno al Buen Pastor “más de diez mil almas”. Sea como fuere, el público abarrotaba la plaza de la iglesia, las calles colindantes —desde la calle Loyola, la gente llegaba hasta la Avenida— y hasta asomaban por los balcones, ventanas y azoteas. Todos miraban ansiosamente la torre y, algunos, incluso, se habían provisto de prismáticos.
Entre el público destacaron dos miembros de la familia real. En la calle Loyola, entre la multitud, en un coche, estuvo el infante Gonzalo de Borbón. Mientras que su hermano, el príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón, en otro coche, estuvo en la calle Urbieta.
Como estaba previsto, a las seis en punto, a la altura del reloj, Puertollano hizo acto de presencia. Iba vestido con un pantalón blanco e iba en mangas de camisa —a juzgar por las fotografías, iba vestido “a la vasca”—. Tras saludar al público, éste estalló en un clamor ensordecedor. Ahora veamos cómo fue la ascensión.
Así lo relató La Voz de Guipúzcoa:
De un salto se colocó en la baranda, y a una señal de su padre, que se hallaba en la plaza, comenzó la ascensión, rápido, seguro y decidido, entre el asombro y los aplausos del público.
Con pasmosa tranquilidad ascendió el escalatorres, lo mismo por los grandes planos sin saliente alguno, que gateando por los adornos y la arista de la pirámide en que remata la torre.
Descansaba, saludaba al público, y seguía subiendo hasta llegar a la cúspide, de donde arrancan la veleta y el pararrayos, sobre la que ondeaba la bandera española, colocada por el mismo Puertollano.
Cuando se puso en pie, recostado sobre la varilla del pararrayos y saludó a la muchedumbre, ésta le tributó una gran ovación.
Después quitó la bandera, saludó con ella tremolándola, se mantuvo en un pie, y de corvas en los brazos de la cruz, se sostuvo boca abajo con una sola pierna e hizo una plancha pectoral como el más consumado gimnasta.
Había tardado cerca de 10 minutos en ascender hasta la veleta. En cambio, el descenso fue rápido y sin complicaciones: apenas duró 5 minutos. Una vez llegó hasta el reloj, bajó hasta la plaza deslizándose por medio de una cuerda, boca abajo. El público extasiado, acudió raudo, rodeando al “escalatorres” y llevándolo en volandas hasta su coche. Una vez montado en el vehículo, arrancó con dirección a su domicilio, siendo acompañado durante un gran trecho por el público, que le aplaudía incesantemente.
Mientras en el Buen Pastor todavía sucedía el espectaculo, varios autos adornados con banderas y pañuelos de Manila, recorrieron las calles y las plazas colindantes. En ellos, “lindas muchachas” —seguramente pertenecientes a la familia Puertollano—, armadas con cestillas, hacían la colecta prevista que, a juzgar por la prensa, debió de ser abundantísima, ya que “se llenaban rápidamente” a base de calderilla y monedas de plata.
Por cierto. Acabado el espectáculo, la gente se percató de un detalle: la bandera que Puertollano había prometido descolgar todavía seguía izada en la veleta. ¿Habría una segunda ascensión para quitarla? La habría.
Esa misma tarde, el padre de Miguel, José, pudo hablar con el príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battenberg. El príncipe deseaba volver a ver el espectáculo, pues había llegado tarde y solo pudo presenciar el descenso de la torre. Tal vez fue promesa o simple cuestión de aprovechar el momento, pero, para el domingo Miguel Puertollano intentaría repetir su hazaña después de las regatas, “desde más abajo del reloj” y que el público recibirá una sorpresa “en agradecimiento al cariño con que ayer trataron al escalatorres, donostiarras y forasteros”. Solo necesitaban las respectivas autorizaciones civiles y eclesiásticas.
DOMINGO 12: APLAZAMIENTO
Pese a estar anunciado que para el domingo se celebraría una nueva ascensión, Puertollano tuvo que suspenderla hasta fecha indefinida. El aplazamiento se debió a la “prohibición” por causa de la aglomeración de público que se esperaba con motivo de las regatas de yolas y traineras, además de la corrida de toros de Beneficencia. Ya el día del espectáculo hubo problemas con la multitud: las fuerzas de Seguridad y la Guardia Municipal eran insuficientes para contener aquel gentío y, por si fuera poco, después de la ascensión, hubo peligro de aplastamiento, en especial de los niños, que “estuvieron expuestos a ser arrollados y pisoteados por la gente, que quería ver de cerca al escalador”.
Aunque también hay otra versión de la prohibición. Según El País Vasco, “debido a encontrarse algo cansado”, Puertollano aplazaba la escalada; pero, en compensación, avisó de que “se introduciría una “verdadera sorpresa para el público”.
Sea como fuere, la ascensión terminaría siendo anunciada para el viernes 17. Una vez más, la prensa le dará amplia cobertura, en especial por la probable asistencia de la familia real. Así lo afirma El País Vasco: “Esta ascensión tiene el aliciente de que será presenciada por los reyes, que acudirán al acto, como parece deducirse de un besalamano que los escalatorres han recibido del duque de Miranda.”
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“Miguel Puertollano “posando” para nuestro fotógrafo en uno de los salientes de la iglesia del Buen Pastor. –El escalatorres saludando al público desde uno de los chapiteles, en los que se mantiene con una sorprendente serenidad (Foto Gueréquiz)”. LVG. |
VIERNES 17: PUERTOLLANO VUELVE A ESCALAR EL BUEN PASTOR
Desde las once a la una del mediodía, la familia Puertollano —Miguel incluído— recorrió las calles anunciando el acto y prometiendo, como aliciente, la asistencia al espectáculo de las “personas reales” —cosa cierta, pues presenciaron la ascensión desde un coche— y, además, repartían tarjetas con el retrato de Miguel Puertollano.
En esta ocasión, tenemos la crónica hecha desde el interior del Buen Pastor, hasta donde se había trasladado el reportero de La Voz de Guipúzcoa. Así lo relata:
A las cinco y media van afluyendo puntos negros a las cercanías de la iglesia del buen Pastor. La plaza y la calle de Loyola desaparecen, tapadas por miles y miles de personas, que ensombrecen la vía con una nota oscura y vibrante. Los sombreros de paja y algunos trajes femeninos de colores chillones tiemblan en medio de la uniforme masa, que se amontona en las calles de Loyola y Hernani. En las calles transversales, el sol franjea de plata la cinta vibrante de la multitud.
Miguel Puertollano examina al público desde arriba, con una sonrisa. Conversa con una tranquilidad pasmosa, fumando un cigarrillo y bebiendo un vaso de cerveza. Por el interior de la torre escala hasta lo alto, llevando una cuerda. Cuando ha llegado al pararrayos nos la arroja, para que sujetemos a su extremo un cartelón, primero, y luego un hato, en el que van flores y palomas.
Miguel deposita los bultos en una de las aberturas de la encajería de la torre y desciende a saltos, con una agilidad pasmosa, simiesca…
El reportero aprovechó su privilegiada situación para interrogar a Puertollano:
—Parece mentira —decimos— que ande usted con esa seguridad a estas alturas.
—Qué quiere usted. Desde que nací escalo torres. Siendo una criatura de pecho, mi padre me subía en sus ascensiones a las torres, y así fuí acostumbrándome a las alturas. Nunca he conocido el vértigo, nunca he sentido la menor sensación de miedo al vacío…
Con el tañido de una de las campanas, que anunciaban las seis, la multitud “lanzó un rugido sordo”. Puertollano comenzó la ascensión. El público veía como un punto blanco iba ascendiendo por la torre. El propio reportero nos lo cuenta:
Desde lo alto se divisa un punto blanco que trepa rápidamente. Miguel Puertollano se agarra a las cornisas, se pega a las piedras y de dominación en dominación va acercándose a nosotros, que le esperamos arriba de la torre.
De pronto se detiene, salta de una piedra a otra, y un grito de angustia se escapa de la multitud, que sigue con emoción creciente la ascensión del maravilloso escalador de torres.
Puertollano sigue trepando con agilidad simiesca y llega a donde estamos esperándole, bebe un sorbo de gaseosa y nos muestra los codos despellejados y nos dice sonriente que ha temido durante un momento que le fallaran las fuerzas…
Continúa la ascensión. Ya no podemos verle, pero todos sus movimiento se reflejan en la agitación de la masa humana, que contempla desde abajo la intrepidez de Puertollano.
Puertollano tardó 11 minutos en llegar a la veleta. Allí comenzó a hacer varias acrobacias, ejercicios gimnásticos y equilibrios. Luego hizo llover pétalos de rosa y, tras esto, desplegó un cartel saludando a la familia real. Esto último hizo que el público estallara en aplausos. Después soltó unas palomas, en cuyas patitas iban atadas cintas con los colores de la bandera nacional. Como último acto, antes de comenzar el descenso, volvió a practicar varias acrobacias y ejercicios.
Mientras, como la vez anterior, las “lindas señoritas” —como anunciaba la prensa, supongo como aliciente—, ostentando brazaletes con los colores nacionales, postulaban entre el público. Además, repartían tarjetas dedicadas por los Puertollano “al pueblo de San Sebastián”. ¡Quien las pillara! —las tarjetas, se entiende—.
Puertollano descendió rápidamente y el público lo ovacionó con como a un héroe. El reportero de La Voz de Guipúzcoa nos los cuenta así:
Y cuando Puertollano da por terminada su proeza y llega con sus alpargatas nuevas destrozadas, cuando los espectadores le aclaman y levantan en vilo separándole de nosotros, dirigimos una mirada a la torre y vemos en lo alto la bandera y el cartel. ¿Prepara una nueva ascensión? ¿Lo habrá dejado para recuerdo de su hazaña?
Por desgracia, nos quedaremos con la duda. La prensa local no volverá a hablar de Puertollano ni de hasta cuando siguió izada la bandera en lo alto de la torre del Buen Pastor.
FUENTES:
HEMEROTECA:
- La Voz de Guipúzcoa. Sábado 4 de Septiembre de 1926. Pág. 6.
- La Voz de Guipúzcoa. Martes 7 de Septiembre de 1926. Pág. 14.
- La Voz de Guipúzcoa. Jueves 9 de Septiembre de 1926. Pág. 5.
- La Voz de Guipúzcoa. Sábado 11 de Septiembre de 1926. Pág. 8.
- La Voz de Guipúzcoa. Domingo 12 de Septiembre de 1926. Pág. 7.
- La Voz de Guipúzcoa. Sábado 18 de Septiembre de 1926 Pág. 6.
- El País Vasco. Martes 7 de Septiembre de 1926. Pág. 5.
- El País Vasco. Miércoles 8 de Septiembre de 1926. Pág. 5.
- El País Vasco. Viernes 10 de Septiembre de 1926. Pág. 4.
- El País Vasco. Sábado 11 de Septiembre de 1926. Pág. 4.
- El País Vasco. Domingo 12 de Septiembre de 1926. Pág. 3.
- El País Vasco. Viernes 17 de Septiembre de 1926. Pág. 3.
- El País Vasco. Sábado 18 de Septiembre de 1926. Pág. 4.
- El Pueblo Vasco. Sábado 4 de Septiembre de 1926. Pág. 4.
- El Pueblo Vasco. Viernes 17 de Septiembre de 1926. Pág. 1.
- El Pueblo Vasco. Sábado 18 de Septiembre de 1926. Pág. 3.
WEB:
- García Mariano. 1922: Los hombres que escalaron la torre del Pilar. Blog Tinta de Hemeroteca. 19 de octubre de 2009. Link.
- “Hombres Araña” en Mondoñedo. Blog Miscelánea Mindoniense. 3 de noviembre de 2010. Link.
- Acróbatas y funánbulos. Blog García y Adell. Viernes, 25 de marzos de 2011. Link.
- Escalatorres en Borja. Blog: Centro de Estudios Borjanos. Domingo, 12 de mayo de 2013. Link.
- Salgado Fernando. El escalatorres Puertollano. La Voz de Galicia. 13 de diciembre de 2015. Link.
- Jiménez-Muriel, David R. Spider-Man era granadino. Blog La Alacena de las Ideas. Martes, 5 de julio de 2016.Link.