Por José Luis Álvarez
Los neumáticos son el único punto de contacto del vehículo sobre la carretera. Este se apoya sobre cuatro superficies con un tamaño parecido al de un móvil. Un fallo en la rueda supone multiplicar los riesgos y las consecuencias al sufrir un percance. Por ello, el mantenimiento de los neumáticos es vital para garantizar no solo el agarre en condiciones extremas, sino también la frenada.
Muchos conductores solo piensan en los neumáticos de su coche cuando tienen que pasar la ITV o cuando se dan cuenta de que el dibujo de sus bandas de rodadura está empezando a desaparecer. La duración de los neumáticos depende mucho de la forma de conducción, prolongándose considerablemente si se circula a velocidades reglamentarias, si no se efectúan frenazos intensos y si se reduce la velocidad antes de entrar en una curva. Por esta razón -y porque no todos los conductores hacen los mismos kilómetros-, algunos conservan sus cubiertas durante varios años, mientras que otros gastan más de un juego anual.
Según recoge la web Autocasion.com existen cinco reglas básicas para el mantenimiento, lo que redundará en una mayor seguridad:
En los vehículos con tracción permanente a las cuatro ruedas la exigencia es aún mayor: los cuatro neumáticos han de ser siempre idénticos en marca y modelo, e incluso en grado de desgaste, puesto que pequeñas diferencias en el diámetro de los mismos pueden generar un anormal calentamiento de los grupos diferenciales, que trabajan forzados por el desarrollo distinto de las ruedas delanteras y traseras.
No de segunda mano
En tiempos de crisis también hay que huir de las bicocas al cambiar los neumáticos. La crisis aprieta los bolsillos pero montar piezas de dudosa procedencia en elementos de seguridad representa un riesgo añadido. Por ello, los expertos recomiendan no comprar neumáticos de segunda mano, dado que por su propia vida no representan un ahorro y suponen un importante aumento de los riesgos debido a las deformaciones, defectos o golpes que pueden haber sufrido durante su vida.
Un estudio realizado por el RACE ha detectado un «fuerte incremento» en el número de importaciones de neumáticos usados, con objeto de dar respuesta a este incremento de la demanda, con un crecimiento de un 58% en cuatro años. De hecho, hasta el año 2009 en España importaba más neumáticos usados de los que exportaba, pero ahora el país demanda este producto, del que Alemania seguida de Suiza son los principales suministradores de ruedas usadas.
Estos neumáticos, por su misma estructura interna, tienen una pérdida de prestaciones y por lo tanto de seguridad, con riesgo de reventón o desllantamiento (salida de la llanta).
Esto es debido al hecho de que cada vehículo desgasta el neumático de una forma diferente, dependiendo del peso, reparto de ejes, tipo de tracción o potencia, por lo que al instalar una rueda que ya se ha amoldado al desgaste del coche que lo utilizó antes, produce en cualquier caso comportamientos anómalos como vibraciones, desgaste prematuro e irregular, menor estabilidad o incremento de la distancia de frenado. A ello se suma su posible deficiente almacenaje, al aire libre o sin una temperatura óptima, que tiene que rondar los 25 grados.