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Cómo ahorrar en vacaciones

ALICIA ARAGÓN

La mayoría de las personas que no se van vacaciones se defienden aludiendo siempre a la misma razón: viajar es caro. Evidentemente, no es lo mismo dejarlo todo en manos de una agencia y contratar un paquete de lujo todo incluido que preocuparse uno mismo de buscar los vuelos y los hoteles, además de investigar acerca de restaurantes económicos o atracciones turísticas gratuitas.

La diferencia entre gastarse en unos días de descanso los ahorros de toda una vida o únicamente lo justo y necesario depende de muchos factores. Para empezar, lo fundamental es saber cuánto nos podemos gastar y, sobre ese presupuesto máximo, ir restando el coste del alojamiento, los trasportes, las dietas, las entradas a sitios de interés, etc. Organizar un viaje exige tiempo y dedicación, pero al final tu bolsillo te lo agradecerá.

Cómo ahorrar en el transporte

Con los billetes de avión. Si tus fechas son flexibles, evita volar cuando lo hace todo el mundo: fines de semana y principios, mediados y finales de mes. Si sabes cuándo serán tus vacaciones, busca, compara y compra tres o cuatro meses antes. Si no, lo ideal es que lo hagas con al menos seis semanas de antelación. Los chollos de última hora existen, pero dejarlo para el último momento es arriesgado porque la compañía ya ha podido cubrir costes y prefiere no solo no bajar la tarifa, sino subirla.

En el transporte por carretera. Para recorrer determinadas distancias, alquilar un coche puede ser en una opción económica, sobre todo, cuando entre un punto y otro no existe una red de transporte público cómoda y asequible o bien es deficitaria en frecuencia. Compartir coche para cubrir un trayecto y así repartir gastos ayuda al bolsillo y al medio ambiente. Asimismo, no hay que desestimar el autobús, ya que suele ser barato y permite un contacto más directo con la realidad del lugar que se visita.

Con las tarjetas turísticas. Muchas ciudades ponen a disposición de los turistas tarjetas para usar toda la red de transporte público durante varios días a un precio atractivo, además de incluir descuentos en la entrada a algunos puntos de interés. Aunque son ideales para los que quieren abarcar mucho en poco tiempo, es importante comparar su precio con las tarifas estándar. Por otro lado, no está de más que preguntes al hotel si cuenta con un servicio de transfer gratuito desde/hasta el aeropuerto.

Con el itinerario. Improvisar eleva el gasto. Con el fin de aprovechar al máximo el tiempo, es esencial que se concentren todas las visitas del día en una misma zona. Las guías de viaje suelen presentar los puntos clave agrupados por barrios, una recomendación que hará que no nos matemos andando y que el ahorro en transporte sea mayor. Entérate de los días en los que ciertas atracciones turísticas no cobran entrada, así el ahorro será doble.
Cómo ahorar en alojamiento

Cómo ahorrar en el alojamiento

Con la situación. Dormir en un hotel céntrico siempre será más caro que uno en la periferia, pero puede que compense si la mayoría de los sitios interesantes se localizan cerca del mismo. Sin embargo, si nos planteamos muchas excursiones fuera del ‘campamento base’, quizá de un poco igual que nuestro hotel esté más apartado del centro. Todo depende de lo grande que sea el entorno que queremos conocer y de las conexiones que existan entre lo que es imprescindible ver.

Con la tipología. No te decimos nada nuevo al afirmar que la diferencia de precio entre un hotel de cinco estrellas y un albergue es abismal. No obstante, es necesario insistir en la estupenda relación calidad-precio de ciertos establecimientos sobre los que sobrevuelan injustos prejuicios. Ciertos hostales, pensiones o campings no tienen nada que envidiar a algunos hoteles medianos. En cualquier caso, leer los comentarios de otros huéspedes en la web es útil y ayuda a hacerse una idea.

Con el intercambio de casas. Si tienes una casa en propiedad y una mentalidad abierta, el intercambio de casas es una alternativa fantástica al alojamiento tradicional. Existen webs donde personas de todo el mundo registran su vivienda y entran en contacto para intercambiar sus residencias por unos días. Si no tienes casa, pero tienes un sofá o una habitación que prestar, el couchsourfing es una solución más mochilera, pero igualmente digna. Ambas fórmulas son gratuitas.

Con el alquiler. Según la última encuesta de movimientos turísticos de los españoles, un hotel supone un gasto diario de 84,2 euros, mientras que alquilar una vivienda cuesta una media de 40,1 euros al día. Se trata de una brecha de más del doble. Los servicios de un hotel son más amplios que los de un apartamento en alquiler, pero si podemos renunciar a que nos hagan la cama o nos limpien el baño, podremos invertir los euros ahorrados en otros menesteres.

Cómo ahorrar en la comida

Ahorrar con el desayuno incluido. Cuando se reserva la estancia en un hotel, las ofertas de desayuno incluido no hay que descartarlas a la primera. No son pocos los establecimientos que incluyen un desayuno simple pero realmente económico. Por otro lado, el bufé libre que ponen a disposición de los clientes muchos alojamientos puede darnos energía para hacer turismo toda la mañana hasta la hora de comer, sin tener que reponer fuerzas con cualquier cosa y a cualquier precio.

Comprando en el súper. Localiza un supermercado cerca del hotel y echa un vistazo. Si la habitación del hotel dispone de un aparato eléctrico para calentar agua, comprando café soluble y unas galletas tendrás el desayuno solucionado. También ahorrarás bastante si te llevas fruta o tus propios sándwiches a las excursiones. Si te alojas en un lugar con cocina, no tienes por qué cenar fuera. Sigue la pista de los mercadillos locales, donde compran los autóctonos.

En líquidos. Hidratarse bebiendo agua cobra especial relevancia cuando se vista una ciudad en verano, y más aún si se hacen rutas de senderismo u otras actividades relacionadas con la naturaleza. Aunque el agua embotellada es un seguro para nuestra salud, hay que informarse sobre la potabilidad del agua corriente por si se fuera apta. Igualmente, hay países donde los envases de cristal de las bebidas, los clásicos cascos, pueden devolverse y recibir parte del dinero invertido.

Con comida envasada. Aunque nuestro deseo sea disfrutar todos los días a mesa puesta de la gastronomía local, quizá la factura sea demasiado alta. Llevar algo de comida desde España para reducir una parte del gasto en dietas no es ningún disparate. El fiambre al corte y al vacío ocupa muy poco espacio en la maleta y será un buen aliado de nuestro bolsillo. Las latas de conserva pesan más debido al líquido que contienen, además de resultar más difíciles de encajar en el equipaje.

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