Amanezco con la radio todas las mañanas. Me pone al día de lo que ocurre por el mundo, de cómo anda el tráfico en la hora punta y de la temperatura en la calle. Desayunamos las tres mujeres de casa, despacio y desganadas y subiéndonos las cremalleras de las cazadoras en el ascensor, nos disponemos a coger el coche para ir al colegio. Ahí empieza mi jornada musical con CDS diversos: Conchita, Amaia Montero, La Oreja de Van Gogh, Hannah Montana…
Mi voto no cuenta, sólo cuando vuelvo hacia casa a escribir o a un hotel para entrevistar a algún escritor, puedo escuchar la música que me apetece.
Llevo dos días escuchando dos CDS estupendos que me acaban de llegar: ‘Nuevas divas del Jazz’, con canciones de Madeleine Peyroux, Melody Gardot, Lizz Wright… y ‘Nuevas divas del clásico’ con Cecilia Bartoli, Renée Fleming, Anne Sofie Von Otter… ¡Una maravilla!
Igual que no vestimos de la misma manera en invierno que en verano, yo tampoo escucho la misma música en invierno y en verano. Me doy cuenta de que el frío del invierno me invita a una música más tranquila, que sueño con una tarde de mantita, un buen sofá y unas velas (nunca lo consigo, por eso es un sueño) y que en los largos días de verano escucho música mucho más animada.
Como sin darme cuenta me he puesto a hablar de complementarios: invierno/verano, música tranquila/música animada… voy a mencionar a dos complementarios del otro día: Milena Busquets y su complementario, su madre Esther Tusquets a la que entrevistaré la semana que viene y que tiene nuevo libro, irónico y divertido: ‘Pequeños delitos abominables’ (Ediciones b) y la complementaria de Paul Auster, su mujer la escritora Siri Hustvedt que tiene también nuevo libro: ‘La mujer temblorosa o la historia de mis nervios’ (Anagrama).
Un día de Mayo de 2006, Siri hablaba para un gran auditorio sobe su padre que había muerto hacía dos años y medio. Su cuerpo comenzó a temblar y sufrió convulsiones. Este fue el comienzo de una enfermedad que analiza en este interesantísimo libro. Hustvedt quiso llegar a las raíces del misterio de sus temblores y acepta su realidad como es ella, de un modo sereno: “Yo soy la mujer temblorosa” Lo importante en esta vida es conocerse y sacar lo mejor de cada una. En ese empeño estoy.