A mis cuarenta años, uno de los mayores placeres de la vida es disfrutar de una buena charla con amigas. (Obviemos el sexo. Este no es un lugar para hablar de ello aunque en una reunión de amigas será uno de los temas que acaben saliendo).
Por eso ayer, pese al frío y el cansancio y un día más bien duro, saqué fuerzas (y luego me alegré) para reunirme con tres buenas amigas. Cenamos en el restaurante FUKU, un japonés, exclusivo, sofisticado, situado en uno de los barrios más distinguidos de la capital, el Barrio de Salamanca, entre el Paseo de la Castellana y la calle Serrano.
Un lugar acogedor de esos donde te tratan bien y se puede charlar y en el que los paladares más exigentes saldrán satisfechos de esta gastronomía milenaria a un precio más que razonable.
¿De qué hablamos las cuatro amigas? De todo pero mucho de los ex. No los ex maridos, que suelen dar bastante la lata sino de los ex novios, ex amores de juventud. Esos que se recuerdan con nostalgia y supongo que una gran dosis de idealismo, esos que marcaron una etapa irrepetible de nuestra vida (¿Hay alguna repetible?). Tengo la suerte de mantener una muy buena amistad con varios de ellos.
De amistades también habla en su último libro, ‘Pequeños delitos abominables’ (Ediciones B) mi queridísima y admirada Esther Tusquets. Un libro divertido, cínico, amable… Una delicia. Cada vez coincido más con las reflexiones de esta mujer. No solo habla de amistades sino de una serie de cuestiones cotidianas donde se muestran “delitos “más o menos abominables como: la falta de sensibilidad, la tacañería, la vanidad… Todos tenemos nuestros defectos pero la lista de NO DEFECTOS de Esther Tusquets es larga: No es tacaña, no es insensible, no descuida la amistad,… Sin ser exactamente amigas, disfrutamos juntas, nos une el amor por los animales y el cariño a su hija Milena de la que puedo presumir ser amiga. Por cierto, buscad su blog ¡Es fantástico!