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Carolina Isasi

Mirando a la bahía

DE CANDADOS Y TAQUILLAS.

Da igual lo que una haya viajado, los idiomas que sepa o que tengas un cuerpo escultural, que si tienes un mal día y te sientes insegura, vas paseándote por el gimnasio como un niño de tres años al que acaban de dejar sus papás en la guardería el primer día de clase.

 

Como es muy humano buscar excusas y justificarse, en lugar de admitir las propias limitaciones, comenzaré por enumerar alguna excusa: mi cuerpo no es escultural, el gimnasio del que os voy a hablar lo han reformado completamente y para mí, que tengo mal sentido de la orientación, es como si me hubiera ido a uno nuevo. Más excusas: como en verano había nadado y había hecho Pilates pero no me había dedicado a hacer máquinas, me intentaba subir a cada una de ellas y una vez lograda la proeza, era como si estuviera montada en el Toro mecánico, solo me faltaba salir disparada porque me aferraba a la máquina como si mi vida dependiera de ello por no decir que me agarraba con poca gracia y cierto aire de “paleta del gimnasio”. Se me encendía sola la televisión, la máquina se ponía a caminar de golpe a una velocidad que ni Contador en su bici. Miré para todo los lados, di al único botón que podía salvarme, un sencillo STOP y con mi equipo de Oysho al hombro – eso sí, porque es más divertido comprarse un top deportivo, unos leggings y una bolsa que hacer uso de ello –   me bajé a la piscina a nadar donde pensé que pasaría más desapercibida. Error, no hay nada fácil en esta vida y a los miopes que no queremos nadar con las lentillas, nos cuesta leer ciertos cartelitos que decían : “ Calle para clases infantiles “, “ Calle para nadadores rápidos “ ,“ Calle para nadadores lentos “ ¨Calle para entrenamientos “ … Fui buceando y paseando de calle en calle a medida que me echaban con un desagradable : ¡¡¡ Señora !!! ¡A mi ¡ ¡Qué me creía tan juvenil con mi equipación nueva. Además,  había perdido la costumbre de nadar en una calle de una piscina y la gente me iba adelantando como en la M30. Sonará fatal, pero llevaba gran parte del verano nadando en alta mar y eso es otra cosa – Aquí tenía que meter otra excusa –

 

Si lo que cuenta es el tiempo que invertí en el gimnasio y no su eficacia , ayer, fui una auténtica campeona porque entre aprender a manejar las máquinas, colocar el candado en la taquilla, localizar vestuarios y cambiarme cinco veces de calle en la piscina, estuve más de una hora y media. ¡ No está nada mal para un primer día ! ¿no ?

 

De ahí que la tarde la pasase leyendo en mi sofá un buen rato. Se me acumulaban los suplementos semanales por el suelo, acabé El jilguero que lo vuelvo a recomendar y empecé con el último libro de Yasmina Reza, Felices  los felices ( Anagrama ) Arranca con una cita de Jorge Luis Borges que explica en parte el título : “ Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.

Felices los felices. “

Esta novela que no llega a las 200 páginas, ha ganado el Premio Le Monde 2013. La autora habla de relaciones extramatrimoniales, de rupturas, decepciones y también de finales felices. La risa es el arma que utiliza Reza para hacernos disfrutar de estas vidas que narra y de la lectura.

Quien también tiene  una manera muy diferente, personal y repleta de entusiasmo para contar historias que cautivan, es Javier Sierra que acaba de publicar La pirámide inmortal ( Planeta ) Sierra se remonta a 1799, un hombre queda atrapado en el interior de la Gran Pirámide y se debate entre la vida y la muerte. Ese hombre es el joven General Napoleón Bonaparte.

Alquimistas, hechiceros, bailarinas egipcias, viejos maestros y grandes personajes históricos, compiten en la búsqueda del tesoro más preciado: la fórmula de la vida eterna. Como contaba la otra noche Sierra, delante del Templo de Debod en Madrid, el objetivo primordial de esta novela es encontrar un antídoto a la muerte.

 

Yo me conformo con encontrar un antídoto a mis agujetas aunque suene más banal.

 

No me despido sin antes recomendar la película Tres mentiras con la gran actriz Nora Navas, ganadora de un Goya y dirigida por Ana Murugarren.

1971, tres adolescentes embarazadas son recluidas en un piso de Bilbao para ocultar al mundo lo que en esa época era una terrible vergüenza, ser madre soltera.

Violeta, papel que encarna Nora Navas, transfigurada en una tatuadora moderna y rompedora, busca la verdad. Pese a lo duro del tema, el enfoque es vitalista y con humor.

 

Y como dice Javier Sierra: “El amor vence a la muerte, el amor solidifica los recuerdos. “

 

Copy foto de Yasmina Rza: Pascal Victor/ArtcomArt.

El mar desde la distancia. Escritores, viajes y mucho más.

Sobre el autor

Estudié en el ya desaparecido colegio francés de San Sebastián y me fui a vivir un año a Dublín y otro a Oxford. Tenía claro que quería ser periodista. Devoraba libros y me gustaba escuchar historias. Vine a Madrid a estudiar periodismo y mis primeras prácticas fueron en radio Voz. Logré convencerles para que me dejaran hacer una agenda cultural diaria. De ahí me viene mi pasión por las exposiciones, conciertos y cualquier tipo de ocio que despierte mis sentidos. Sin darme cuenta me ví entrevistando en diversos medios, casi a diario, a escritores y he tenido la suerte de haber conocido a muchos de los que ya admiraba: Ian Mc Ewan, Martin Amis, Salman Rusdhie, Paul Auster, John Banville, Rosa Montero, Almudena Grandes, Juan José Millás… y considerarme amiga de muchos de ellos: Paula Izquierdo, Nativel preciado, Juan Cruz, Soledad Puértolas, Alicia Jiménez Bartlett, Ángela Becerra … y descubrir a otros tantos. Lo peligroso de las listas es que siempre te dejas a alguien querido. Para eso estará este blog, una memoria semanal para cuando lleguen los malos momentos siempre me queden los buenos recuerdos ¡Y esa bahía que tanto añoro!


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