Enero es el mes del año que menos me gusta. Supongo que ni soy ni la primera ni la única en pensarlo. Sin embargo, suele ser un mes de grandes lecturas. Una ya ha gastado todo lo que tenía que gastar (y más) en cenas y regalos y por fin el frío ha llegado. De ahí que no haya para mí mejor remedio que sumergirme en las páginas de un buen libro. Como he estado bastantes semanas ausente, la lista ha crecido.
Empezaré hablando por El comensal de Gabriela Ybarra, libro que ya he mencionado en otro post pero que me ha marcado profundamente y que he regalado mucho. A su vez, mi hermana Irene, a la que se lo regalé, lo ha regalado estas Navidades a varias amigas y es que es un libro profundo, emotivo, real, crudo, sensible. Gabriela ha conseguido contar dos historias: la enfermedad de su madre y el asesinato de su abuelo por ETA de una manera muy difícil: con sentimiento pero sin sentimentalismo, con profundidad pero con amenidad. Un regalo. Esta semana iré comentando los títulos que han ido cayendo en mis manos y que absorta en la lectura, no he hablado de ellos. La lista es la siguiente:
– El jardín del flamenco de Juan Verdú (Alfabia)
– La amiga estupenda de Elena Ferrante.
– La ley del menor de Ian Mc Ewan
– Woody Allen , el último genio de Natalio Grueso (Plaza&Janés )
– Mar de nubes de Mari Jungstedt y Ruben Eliassen ( Maeva)
– Más que famosos, auge y caída de la fascinación por el rock (Fundación José Manuel Lara )
– Guztiak de Borja Ventura (Libros.com)
– El trono de barro de Teo Palacios (Edhasa )
– La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich (Debate )
– Un perro de Alejandro Palomas (Destino )
– La casa de Paco Roca (Astiberri )
– Persépolis de Marjane Satrapi (Norma Editorial )
Entenderéis ahora que estas semanas me he dedicado más a leer que a escribir pero ahora tengo ganas de contaros poco a poco, algo de cada uno de estos libros y de sus autores.
Como dije, empezaré o volveré a empezar por Gabriela Ybarra. Conocerla fue un placer. Nos tomamos un té en el Café de los Austrias y nos dimos cuenta de que compartíamos bastantes cosas: las dos vascas afincadas en Madrid, con el gusto por la lectura y por la escritura (me llevé varias recomendaciones suyas que se merecen otro post) y las dos con dos pérdidas familiares que nos han dejado marcadas. Esta novela te reconcilia con la muerte y la enfermedad y te hace buscar la vida. Gracias Gabriela. Mañana seguimos con la lista.