Que la música es vital en nuestras vidas y que puede cambiar el estado de ánimo, lo sabía pero que llegase realmente a salvar vidas, tan solo lo intuía. No conocía ningún caso real hasta que leí, despacio, amortiguando el dolor, el libro del maravilloso violinista londinense, James Rhodes. Para quien no le ponga cara, que se olvide de la imagen del típico violinista mayor, vestido con frac y zapatos caros. Él es más de camiseta y vaquero. El libro del que hablo se titula Instrumental (Blackie Books) y el subtítulo dice lo suficiente: Memorias de música, medicina y locura. No es un libro fácil de leer pero a mí, ponerme en la piel de otras personas, me hace no olvidar que soy una privilegiada en muchos aspectos de mi vida, como mínimo en los fundamentales, que no es poco. También me enseña que del sufrimiento se aprende y que una vida sin baches es imposible. En el caso de Rhodes, hablar de baches, se queda corto. Le violó su profesor de boxeo cuando era un niño. Se sintió tan culpable que llegó a autolesionarse. Como dice el propio Rhodes, la culpabilidad es el legado más importante que deja el abusador. Muchos de los que hayan leído hasta aquí, pensarán que para qué leer algo tan duro y triste. Se equivocan. Es un libro sanador. Como el autor subraya, este libro es una carta de amor a su hijo, su mujer y a la música. No se lo pierdan, es medicina para el alma.
Foto de James Rhodes by Dave Brown.