Quiero volver pero no puedo. Quiero regresar a los atardeceres de Cádiz, a su
malecón que recuerda a La Habana, quiero comer todos los días tortillitas de
camarones hasta que el colesterol me dé un susto, quiero retomar, lo mejor de
todo, las conversaciones con la familia, los largos desayunos, las comidas tardías y la sal pegada al cuerpo pero no puedo.
Quiero volver a mi bahía de la Concha, fotografiarla cientos de veces con distintas luces, quiero leer hasta tarde, beber cerveza todos los días, quiero comer pipas los domingos viendo una película, quiero nadar hasta el gabarrón. Quiero un Agosto infinito y un amor imposible.
Me conformaré con ir despidiendo poco a poco al verano y aceptar el otoño. Me conformaré con despedirme de ti sin aspavientos, dejándote marchar y
disfrutando de lo que venga porque ni agosto es infinito, ni los amores son
perfectos ni el otoño es tan duro.
P.D.: Cada martes tendréis unas cuantas recomendaciones literarias.
La de hoy es El tiempo regalado, un ensayo sobre la espera de Andrea Köhler
(Libros del Asteroide) Nos pasamos la vida esperando: En la cola del
supermercado, una llamada, un diagnóstico… La vida es en buena medida, lo que ocurre mientras estamos esperando. La escritora alemana Andrea Köhler,
escribe este ensayo literario, filosófico y a ratos costumbrista sobre los tipos de espera. “Esperar es una lata” dice la autora en el arranque del libro. Con este libro, cualquier espera, será más que llevadera.
Un recuerdo: Para el Museo Nacional de Brasil en Río de Janeiro que ha
quedado en ruinas tras un terrible incendio que ha consumido el 90% de las
piezas. Se deberán conocer las causas y habrá que reunir esfuerzos para su
reconstrucción.
Un artículo más que recomendable: La desgracia y la gracia de Rosa Montero en el País Semanal. Siempre tan certera ¡Única!