Nunca sabemos cuando va a ser la última vez que hagamos algo. Ahí radica la gracia de la vida. Ese no saber nos enseña a valorar el momento. Ya de pequeña aparecía mi punto raro,porque todos lo somos a nuestra manera. Iba a la Costa Brava con mis primas y pensaba el último día ¿esta será la última vez que vea este lugar? No sé bien qué miedo me atenazaba. Era niña, se suponía que iba a vivir muchos años más y era feliz. Me siguió pasando con los años. En Mallorca, en Navidades… Lucho contra este pensamiento y pienso que debería de ir por la vida como seguramente lo hicieron los Beatles el día que subieron a la azotea un 30 de enero de 1969, justo hoy hace 50 años.
Hacía más de dos años que no pisaban un escenario y no pasaban por su mejor momento. Las fricciones entre ellos eran ya bastante públicas pero pese a ello decidieron dar un concierto único y singular. Sin saberlo ellos, sería el último. Pensaron en algún lugar extravagante pero finalmente eligieron algo más sencillo. Subieron a la azotea del inmueble que alojaba su discográfica, el número 3 de Savile Row en el centro de Londres. Era una tarde muy fría y Lennon tomó prestado el abrigo de pieles de Yoko Ono y Ringo Starr se puso el impermeable rojo de su mujer, Maureen Starkey. Con esa pinta arrancaron con el tema Get back a la que siguieron canciones como Don´t let me down. En la calle se agolpaba la multitud y la policía se personó. El concierto duró algo más de 40 minutos.
Ahora, 50 años más tarde, muchos grupos han imitado el concierto en la azotea: U2, los Red Hot Chili Peppers y hasta Jarabe de Palo rodando el vídeo de La flaca en Nueva York.
Ni el agente de policía que subió a la azotea para detener el concierto, ni los mismos Beatles o la gente que les escuchaba desde la calle sabían que ese iba a ser el último concierto de la banda de Liverpool. Si lo hubieran imaginado, seguramente el concierto hubiera durado mucho más. Ahí está la sal de la vida, disfrutar del momento sin pensar demasiado si será o no la última vez. Prometo intentarlo.