El fin de semana que cambio la hora en mi reloj para volver al horario de verano es cuando comienza de verdad la primavera para mí. Las tardes más largas me llevan a leer en mi terraza después de regar las plantas, con música de fondo. Esas tardes de sol que ya no es tan suave invitan a alargar la cervecita con mis amigos, a pasear hasta más tarde y a callejear por un Madrid que hace años que ya es mío. Hubo un tiempo, hace mucho cuando me perdía por esta ciudad. Ahora la conozco mucho mejor y además tengo como todos un móvil que me lleva a cualquier lugar.
Madrid ha cambiado mucho como casi todas las ciudades. Me ataca con la alergia, me falta el mar, me matan los atascos, el dar vueltas para aparcar pero la quiero y hoy desde mi terraza y con el nuevo CD de Leiva de fondo, confieso que la quiero.
Y como cantaba mi querido Sabina:
“Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid.”