Karl Ove Knausgard (Oslo,1968) emprendió en 2009 un proyecto literario sin igual: escribir su obra autobiográfica repartida en seis tomos que superan por lo general las mil páginas y que juntos forman una obra completa editada por Anagrama bajo el título de “Mi lucha”. Conocí a este autor en Barcelona y sus ojos color mar Cantábrico me hipnotizaron. A veces parece un hombre atormentado, otras un adolescente desgarbado y, sin embargo, su discurso es el de un hombre que ha sufrido y que supo transformar ese dolor en buena literatura. No niego que sus libros pueden no gustar a todo el mundo. Algunos le tachan de ególatra y otros dicen que es un claro candidato al Nobel. Yo me he leído los tres primeros y me han interesado. Una pensaría que no hay nadie que tenga 6000 páginas o más de vida interesante pero lo que he leído hasta ahora, me ha hecho reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos y sobre mi propia vida en muchos momentos. Ahora publica Fin, su último volumen de memorias, el más voluminoso (1024 páginas) y en la fotografía de la portada aparece Knausgard de perfil con un paisaje marino al fondo, una imagen que evoca todas las escenas veraniegas de fiordos y playas que llenan los seis libros y responde a una de las preguntas que se hacen sus lectores: ¿Qué pensarán sus familiares y amigos más cercanos cuando leen sus libros? Yo soy de las que piensa que, para escribir bien, además de desnudarse y olvidarse de los pudores, hay que en canal. Creo que, dándose a medias, no se puede ser un gran escritor.
Desde luego, lo que sí parece es que esta es la forma en la que el autor ha decidido justificarse ante el mundo y hacer cuentas. Yo que ustedes, los leería.