Empecé admirándole y pasé a tenerle en muy poco tiempo, un gran cariño. Diga lo que diga, para mí es un gran tímido que se esconde a veces entre sus libros. Nunca me defraudan sus novelas, siempre logran que desee hablar con él de ellas, de cada curiosidad que en ellas cuenta. Viajamos juntos a Sicilia, con su mujer, Paula de Parma a la que Enrique Vila-Matas dedica todos sus libros.
Amigo y admirador del escritor norteamericano Paul Auster, ambos hemos compartido la suerte de conocer su casa de Brooklyn y a su mujer, la noruega Siri Hustvetd.
Estuve ayer en el Hotel de Las Letras de Madrid, casi mi segunda casa en donde Blanca Fontan, siempre me cuida. Zumo de tomate, café con leche y una charla con Enrique en un día soleado y pre primaveral, me sacaron una sonrisa.
‘Dublinesca’ (Seix Barral) es una novela que no se puede contar, desborda musicalidad, frases memorables, amor hacia la literatura y una sensibilidad especial.
Hay que leerla pero haré un esfuerzo e intentaré no destruirla:
Samuel Riba, un editor barcelonés que acaba de deshacerse de su editorial y se encuentra, en el ocaso de su vida, solo, vacío y aburrido.
Ha publicado a muchos de los grandes escritores de su época, pero en treinta años como editor no ha logrado encontrar a un solo genio. Vive con Celia, su mujer, que está a punto de convertirse al budismo, y una vez a la semana visita a sus padres. No tiene hijos. Ha tenido un problema serio de salud y ha dejado de beber.
Ahora, con todo el tiempo a su disposición, piensa que ha llegado el momento de encontrar al hombre que fue antes de convertirse en un editor, despojarse de su falsa vida de catálogo y descubrir al niño que se escapó de su infancia. El niño, quizás, esté esperándolo en las calles de Dublín.
El 16 de junio – fecha que coincide con el 61 aniversario de la boda de sus padres- Riba se marcha a Dublín para celebrar el Bloomsday junto a tres escritores amigos.
‘Dublinesca’ nace de un sueño de Vila-Matas: “Lo tuve hace tres años en el hospital, cuando estuve gravemente enfermo. Fue de una impresionante intensidad. Soñé que me encontraba en Dublín, ciudad en la que no había estado nunca, y que había vuelto a beber y que estaba en el suelo, en la puerta de un pub, llorando de una forma muy emocionante. Lloraba abrazado a mi mujer, lamentando haber regresado al alcohol. La intensidad venía de que en el sueño, en el abrazo con mi mujer, estaba concentrada, con gran densidad, una idea de renacimiento. Me estaba recuperando en el hospital y fue como si tocara la verdadera vida por primera vez. Pero no he logrado transmitir toda la intensidad. Una prueba más, si quieres, de eso que se conoce como la imposibilidad de la escritura… A los pocos meses viajé a Dublín y no di con el lugar exacto del sueño. Pero lo recordaba con una precisión asombrosa. No estaba allí, o no supe verlo.”
Ayer era 17 de Marzo, Saint Patrick . Un día que celebro desde que viví un año en Dublín. Para mí, celebrarlo también fue estar con Enrique Vila-Matas.