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Carolina Isasi

Mirando a la bahía

KINTSUGI

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La vida nos deja cicatrices que vamos reparando como podemos. Algunos lo hacen con más arte que otros pero la marca queda. Esas cicatrices son un recuerdo de lo vivido y de ello tenemos que aprender.

El kintsugi es un arte japonés, una técnica centenaria que consiste en reparar con oro las piezas de cerámica rotas, haciendo hincapié en las grietas en lugar de ocultarlas. Este arte comparte una filosofía de vida que es aquella que nos recuerda que nuestros accidentes, nuestras heridas y nuestras preocupaciones, esos acontecimientos que nos han hecho sufrir pero que nos han permitido crecer, nos han dejado una huella que no conviene taparla del todo sino dejarla a la vista para seguir aprendiendo. Esta manera de encarar las heridas del alma se plasma en el Kintsugi ( Kin, “oro” y tsugi “juntura”) y lo explica muy bien la escritora francesa Céline Santini en su libro Kintsugi, el arte de la resiliencia ( Libros Cúpula). Se trata de un proceso de reparación largo y preciso y como todo trabajo lento, paciente, manual, da sus frutos al cabo del tiempo porque todo dolor necesita un duelo.

Como muchas de las actividades japonesas, el kintsugi, llamado también kintsukuroi, es una técnica artesanal y un arte. Como práctica consiste en reparar objetos rotos de cerámica con una pasta de resina de laca, mezclada con polvo de oro, plata o platino, con la intención de dejar a la vista las “cicatrices de la reparación”

La escritora y coach en desarrollo personal y arteterapia, cuenta que “estaba pasando por un momento difícil, mi segundo divorcio. Ese día, compré una revista que decía: “Cómo salir exitoso de un divorcio”. El artículo evocaba al kintsugi. Sentí una señal interior e investigué acerca de esta práctica y fue toda una revelación”. Cada uno de nosotros tiene que buscar cómo reparar sus heridas porque  como dijo Ernest Hemingway:

“El mundo nos rompe a todos. Y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas.”

 

Temas

El mar desde la distancia. Escritores, viajes y mucho más.

Sobre el autor

Estudié en el ya desaparecido colegio francés de San Sebastián y me fui a vivir un año a Dublín y otro a Oxford. Tenía claro que quería ser periodista. Devoraba libros y me gustaba escuchar historias. Vine a Madrid a estudiar periodismo y mis primeras prácticas fueron en radio Voz. Logré convencerles para que me dejaran hacer una agenda cultural diaria. De ahí me viene mi pasión por las exposiciones, conciertos y cualquier tipo de ocio que despierte mis sentidos. Sin darme cuenta me ví entrevistando en diversos medios, casi a diario, a escritores y he tenido la suerte de haber conocido a muchos de los que ya admiraba: Ian Mc Ewan, Martin Amis, Salman Rusdhie, Paul Auster, John Banville, Rosa Montero, Almudena Grandes, Juan José Millás… y considerarme amiga de muchos de ellos: Paula Izquierdo, Nativel preciado, Juan Cruz, Soledad Puértolas, Alicia Jiménez Bartlett, Ángela Becerra … y descubrir a otros tantos. Lo peligroso de las listas es que siempre te dejas a alguien querido. Para eso estará este blog, una memoria semanal para cuando lleguen los malos momentos siempre me queden los buenos recuerdos ¡Y esa bahía que tanto añoro!