Llevo tres días despidiéndome de la ciudad. Eso significa, baño hasta el Gabarrón, paseos y algún heladito antidieta. Llevo unas horas en Madrid y a falta de mar, busco una piscina desesperadamente para darme un chapuzón esta tarde. Mientras tanto, recomiendo a un autor que va a estar en la semana negra de Gijón que se celebra del 10 al 19 de julio en el Recinto del Arbeyal.
Domingo Villar, gallego emigrado a Madrid, ha ejercido como guionista de cine y televisión. Ligado desde niño al mundo del vino, desde hace años es crítico gastronómico en una emisora de radio nacional. Obtuvo con su primera novela, Ojos de agua (ocho ediciones en Siruela), el I Premio Sintagma, el Premio Brigada 21 y el Premio Frei Martín Sarmiento, y fue finalista en dos categorías de los Crime Thiller Awards en Reino Unido. Su segunda novela, La playa de los ahogados (Siruela), comienza una mañana cuando el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega.
Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita. Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable. Tampoco facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser del inspector.