Me llega el libro Open (Duomo editorial) las memorias del tenista André Agassi. Sinceras, descarnadas, muchas veces divertidas y sobre todo dolorosas. Destilan el dolor del tenista ante cada uno de sus fracasos, sobre todo, el más importante, el del amor paterno, un padre armenio nacido en Irán y asentado en Estados Unidos incapaz de hablar correctamente ninguno de los cinco idiomas en los que se expresa y que según cuenta su hijo “cuando se enfada, pasan cosas malas. Violento por naturaleza, mi padre siempre está preparado para la batalla. Sale de casa con un puñado de sal y otro de pimienta por si se ve envuelto en una pelea callejera.”
El libro comienza con su declaración de odio hacia el tenis: “Odiaba el tenis, si. Y lo odiaba porque nunca fue mi elección. “Agassi, a los siete años ve en la máquina de lanzamiento de pelotas que crea su padre, un dragón infernal que le exige que devuelva 2500 pelotas al día,17.500 a la semana y un millón en un año, para llegar a ser el número uno.
Mark Agassi, tras haber fracasado con sus tres hijos mayores: Rita, Philly y Tami, vuelca todas sus ambiciones en el pequeño, André, ahora un hombre de 44 años, con dos hijos y casado con la ex tenista Steffi Graff que tuvo un padre parecido.
El libro lo ha escrito Agassi en colaboración con el periodista y escritor J.R Moehringer que ganó el Pulitzer con The tender Bar. La biografía es apasionante, y está repleta de anécdotas: no sólo sobre su romance con Barbra Streisand o su boda con la también actriz Brooke Shields sino sobre sus postizos para combatir la calvicie o temas mucho más duros como lo que cuenta sobre su hermano, que gracias a su consejo, logra que su padre no le meta más Speed para que juegue los partidos infantiles.O cómo se siente fascinado por la tenista Steffi Graff y desea ganar Wimbledon el mismo año que ella para poder cumplir con la tradición de iniciar la fiesta con un baile entre el campeón masculino y el femenino y justo ese año, cuando ambos lo logran a la vez, los organizadores han eliminado el baile por considerarlo una costumbre anticuada.
Por fortuna para Agassi, finalmente se ha liberado y ha encontrado su felicidad. Agassi ha vencido al dragón y n el camino, leyendo este libro, se aprende y se disfruta. Que cada quien venza a su dragón.