Rara vez suena el teléfono fijo en casa y menos a las 8.15 am justo cuando estaba a punto de salir de casa.
Una voz ronca y seca de mujer enuncia mi nombre y mi dos apellidos y me dice que le dedique unos minutos a lo que tiene que decirme. Intuye por mi tono que voy con prisa pero sabe reconocer a alguien que no sabe decir fácilmente que no y me lanza su mensaje:
“Usted va a morir y lo sabe.”
Un silencio tenso se crea al teléfono. No sé bien que contestar, la respuesta es obvia: ” si, gracias por recordármelo, lo sé, pero justo esta mañana tomándome el café, no había pensado en ello” pero incapaz de dar una respuesta así sin haber pasado por lo menos 24 horas pensando qué tendría que haberle dicho, contestó un lacónico ya… Eso le da más alas que Un Red Bull para hablarme de las ventajas de un seguro (que obviaré el nombre) y lo que voy a facilitar a los míos la decisión del entierro, ataúd, o si prefiero incineración… Puedo pagar en cómodas cuotas y ella me lo gestionaba en un pis pas pero aunque sé que moriré, aunque espero que me recuerden como alguien optimista y vitalista, aunque la muerte forma parte de la vida, ayer, a la mujer de la voz ronca, le contesté: ” Mañana lo pienso” y hoy por si acaso , he cocido un AVE camino a Barcelona a un congreso de editores, escapando de la muerte.