Tengo a un guapo fichado. Y ahora que no nos oye nadie, yo creo que él también me ha echado el ojo, porque cada vez que giro la cabeza, casualmente, para atar al perro o cruzar la calle con la bici, él me está mirando. ¡Está siendo un proceso largo, pero yo creo que esto va a terminar en algo grande, chavales!

El caso es que hace un montón de meses ya, que me mudé de casa. El barrio es una maravilla, céntrico, accesible, repleto de servicios, ¡y me lo vendieron con cañonazo incluido! Es una gozada bajar a hacer cualquier recado, porque por esas casualidades de la vida que nunca entenderé, siempre me encuentro con el tremendo de la bici.

Vale, ahora en serio, que ni está tan tremendo, ni son casualidades de la vida escritas por el destino (dejo tiempo para que quien quiera suspire en plan peli de Jennifer Aniston). Tiene pinta de simpático y un “no sé qué”, que me despierta mucha curiosidad. Y por lo visto coincidimos en horarios y costumbres. Qué por otra parte no es raro, en una ciudad tan pequeña.

Tras meses encontrándonos una media de tres veces por semana, parece que la primavera nos ha llegado tarde, y es ahora, en otoño, cuando ha empezado lo divertido. Si antes sólo nos mirábamos, hemos pasado a retener la mirada, ¡divertidísimo! Sobre todo porque como tengo infinidad de pecas, de lejos no se nota si me pongo roja. Y eso no es todo, hace un par de domingos, nos cruzamos por el puerto corriendo a las nueve de la mañana, ¡y me saludó! Claro, éramos los dos únicos colgados de la misma edad, a esas horas por la calle, sin una bolsa de churros para el desayuno. Yo, con moño de vieja y colorada como un tomate, le dediqué la mejor de mis sonrisas, y por si no la percibió, levanté tímidamente la mano izquierda, en plan princesa “Mette Marit” recién presentada a la corte de Nouega.

Este domingo, hemos vuelto a encontrarnos y esta vez fui yo quién saludó. Muerta de risa claro. Aunque os he dicho lo contrario, estoy empezando a pensar que es imposible ver tantas veces a nadie sin que haya una cámara de objetivo indiscreto por medio.

Pues bien, con lo caro que está ligar en Euskadi, he bautizado esto con un buen amigo, como “el primer polvo a la vasca”. Así que, si consigo sacarle tres palabras seguidas antes de final de año, os invito a que vayáis sacando el traje largo del armario, ¡porque tenemos, claramente, enlace a la vista en 2014!