Yo siempre he sido muy de abalorios y colgajos. Respetando el sempiterno “menos es más”, soy de las que es incapaz de salir de casa sin reloj. Reloj para hacer deporte, para salir por la noche, reloj informal para ir a la oficina. Pero hazme caso, cada complemento tiene su función y su lugar. Si lo tuyo es un chaleco de camuflaje, deja en casa el estampado de leopardo. Y si el remache de tus botas va en neón, acompáña tu look con un bonito pañuelo, pero que eso sea todo, el resto sobra.
De un tiempo a esta parte, procuro desplazarme en bicicleta por la ciudad. Y qué mejor uniforme, que gafas de sol modernas con gorro enorme a la moda también. ¡Pues al loro con la moda del turbante, sombreros o gorritos polares!
Qué no te engañen las modelos de la foto. Tu puedes ir igual de estupenda que ellas, cierto, pero sólo, y hazme caso, si tu idea es pasear y respirar aire puro. La primera vez que yo metí la pata fue en una cena informal. ¡Y menos mal que fue en confianza! Salí con tiempo de casa para disfrutar del paisaje y hacer algo de ejercicio. Aparqué mi bicicleta casi en la puerta del restaurante, llegué puntual y además repleta de endorfinas liberadas, ¡me creía la mejor!
Tomé un par de cervezas, y me senté a la cabecera de la mesa, orgullosa, cual presidente de “Microsoft” en plena cena de navidad. Hasta que me tocó visitar el servicio. ¡Horror! Nadie me había dicho nada, pero entre Misscarrot, y Carmen de Mairena, apenas había diferencias. No quedaba nada de mi maquillaje natural. Lo que empezó siendo un colorete gracioso acentuando el pómulo, se mezclaba con dos borrones negros, al haberse corrido la máscara de pestañas. Mis labios parecían un cuadro viejo, agrietados, y únicamente quedaba en color rojo el perfilador. Y no os cuento cómo tenía el pelo, después de haberme quitado el gorro. ¡Era capaz de cargar el móvil si me lo enchufaban en la cabeza, toda la electricidad del mundo se había detenido sobre mi pelo!
Amigas, el que avisa no es traidor. Si queréis compatibilizar vida sana con costumbres del día a día, lo primero es comprarse un espejo de mano, y llegar cinco minutos antes que el resto al evento. De no ser así, vuestra reputación morirá ese mismo día, como una mariposa en primavera.