¡Estoy en un “hay” !Resulta que el sábado me enamoré. Bueno, ya venía yo enamorada desde que las revistas de decoración sacaron sus números de primavera, y llevaron a las portadas la genial “Mecedora Balancín de Vitra”. ¡La he encontrado en versión “low cost”, y no puedo parar de pensar en ella. Llevo todo el fin de semana imaginando cómo voy a comerme un libro detrás de otro ahí sentada, a ritmo de “bossa nova” y pelando pistachos.
El sábado tuve mi particular y secreta, jornada de reflexión, y fui incapaz de sacármela de la cabeza. Ayer no estuve en casa, y por la noche, cuando abrí el ordenador, buceé de web en web, al tiempo que media el poco espacio que tengo libre. Hice un par de amagos de comprarla, pero finalmente vacié el carrito las dos veces, ¡hasta hoy!
Por la mañana, y rodeada de papeles y “quehaceres” la he vuelto a mirar, y la he enviado por email a dos gurús del buen gusto, qué sabía, iban a secundar mi moción. Una no se ha hecho esperar, y la segunda respuesta me ha llegado a medio día, dándome vía libre, por supuesto.
¡Al volver por la tarde a mi vorágine, me he dispuesto a comprarla! Lo que iba a ser una gestión rápida y sin perder tiempo, se ha convertido en un caos absoluto. La página se ha atascado. Después el sistema no reconocía mi tarjeta, porque por lo visto no la actualicé cuando debía. Lo siguiente que me han contado, es que tenía que someterme a no sé qué sistema de dígitos para poder comprar. El caso es, que he estado un buen rato chateando con un tal Alberto, de la compañía, que ha intentado todo lo que estaba en su mano para vendérmela. ¡En cuanto a atenciones un diez!
Finalmente he hecho una transferencia bancaria, que espero me confirmen como correcta en menos de cuarenta y ocho horas. Tampoco ha sido ágil el intento. Mientras mi banco ya había descontado el dinero, salía un mensaje-recado en pantalla, afirmando un “error al procesar la operación”. ¡He llamado para quedarme tranquila, y parece, que en menos de una semana podré sentarme en una como esta!