Mentira piadosa, ¿vale por dos? | Misscarrotblog >

Blogs

Amaia Michelena

Misscarrotblog

Mentira piadosa, ¿vale por dos?

Soy una mala vecina. Soy Belcebú. Soy Satanás. Moriré en alguna hoguera con escombros por esto que os voy a contar. Vivo en un “ático duplex” a la última moda (esto, cuando dejo puesta la escalera del altillo, al que apenas subo, porque tengo vértigo y me da pánico bajar, imaginando que me rompo tobillos y manos, al tiempo que doy volteretas, y la perra mira estupefacta, sin poder hacer nada más, que lamer mis heridas y acercarme agua de su bol de cerámica, mientras yo me retuerzo en el suelo….) Bien, ahora es cuando aterrizo. J.K. Rowlin sólo hay una, y ya nos ha dejado suficientes versiones del niño Harry Potter, que aparte de barba, debe de tener ya hijos.

El caso es, que ayer a media tarde, salió el sol y decidí darme un rápido chapuzón. Un subir y bajar antes de  la cena, que además tenía quien me la hiciera. Ya había cumplido con mis deberes de lunes y era una buena alternativa a informativos y sofá. Al subir, hice lo que cada día después de la playa. Aclaré el bikini, lo tendí,  y sacudí toalla y capazo por la ventana. Mi piso es el último, y el tejado a dos aguas, no me deja ver a los que viven debajo, y tampoco he tenido jamás curiosidad, por saber lo que hay. ¡Hasta ayer!

Cuando hice volquete de bolsa, para que no cayera arena en casa, se pise, y se ralle el parqué, vi perfectísimamente, como mis últimas y nuevísimas gafas de sol, caían piso tras piso (esto lo intuyo por el ruido) rebotando en una y otra esquina posible. ¡Casi voy detrás del disgusto, por el mismo sitio,  gritando “noooooooooooooo” tipo emoticono asustado del “whatsapp”, con las manos en la boca y cara de fantasma asustado.

Siempre he pensado que lo que había justo debajo de casa, es “algo” público. He de aclarar, que no veo lo que hay inmediatamente,  pero sí sé, que esa ventana da a un patio de manzana gigantesto, de esos con gatos y todo, a los que las abuelas dan de comer como si fueran suyos, y éstos campan a sus anchas, creyéndose los dueños, sin intención de irse, y sin parar de procrear, porque el ayuntamiento no conoce su existencia, y no se preocupa de castrarlos ni desparasitarlos.

La cena se enfriaba, pero a mi me daba igual todo. Mi herencia, y mi paga extra, acababan de volar con cuatro migas de pan a lo largo y alto de siete pisos. Ni corta ni perezosa, bajé al primero  y aporreé a timbrazos a una pobre señora viuda, a la que apenas conocía, ¡hasta ayer! Mi vecindario, aparentemente, está plagado de ancianitas inocentes, con demasiado tiempo libre y ganas de hablar y preguntar. ¡Son muy listas!

Con mi mejor cara de vendedora de enciclopedias, le conté, que mientras tendía la lavadora, después de una dura jornada laboral, “inocentemente”, las gafas de sol, se habían resbalado de mi cabeza. Pregunté a la amable mujer en bata de boatiné, si tenía la llave del macropatio, y me explicó, como más tarde pude comprobar al pasar, que lo que había justo debajo de mi ventana, no era nada industrial ni enorme, sino su pequeña parcelita monísima y llena de tiestos de colores.

Recuperé mis gafas, y expliqué a la mujer, que yo, jamás de los jamases, sacudo nada por esa ventana. ¡Por ninguna, válgame Dios! Ni migas, ni un pelito despistado, ni arena, ni nada de nada del mundo mundial. Subí a casa con un ramo de laurel recién cortado, y explique a “Lourdes” (la señora del primero) que yo también amo las plantas, y cultivo acelgas y rúcula, en mi pequeño huerto urbano. ¡Y tan amigas! Le dije cual era mi nombre, dónde estaba para cualquier cosa que pudiera necesitar, y también se quedó muy tranquila, ya que yo misma, iba a llamar la atención a mi vecino de enfrente, por “echarle a la buena mujer, cada día, los despojos del aspirador y manteles” ventana abajo, que después se acumulan en su terraza.

(Un pequeño apunte. Mi vecino “hippy-moderno”, no debe tener ni aspirador, ni escoba, ni manteles. Y con un poco de suerte, esconde la porquería cuando liga y tiene visita. Por lo tanto, y aclarando también, que yo no tiro nada por la ventana, sino que se me van escurriendo partículas microscópicas día, tras día, tras día, moriré en la hoguera, merecidamente. ¡Fin!

 

Temas

Aventuras y desventuras de una zanahoria postadolescente

Sobre el autor


julio 2014
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031