Perdónenme padres, porque he tardado. Como la gente importante, aquí estoy, dedicando unas líneas de sábado noche, antes de enfundarme las botrancas y salir a ver qué se cuece. Llueve. ¡Cómo no! Y sin más ni más, la lana, qué vuelve a ser cool este invierno, me envuelve de pies a cabeza en el sofá.
Voy tan cómoda últimamente, que podría confundir manta de casa, con abrigo de casual-tirada para boda hipster. Arraso en las rebajas del Trafaluc de Zara, y no paro de comprar zapatillas por internet, que ni me pruebo, y que hacen, que cada vez junte menos los pies al cruzar la calle. Las gafas, que había abandonado en la adolescencia más purista, vuelven a ser parte de mi look. ¡Si fuese hombre, llevaría barba, y lo sabéis!
Mi prima más internacional, vino a verme hace unos días, y me dijo que es lo que se lleva. Así que yo, muy dada a obedecer, saco tripa, no me peino, ¡y a bailar!