Ayer cené en un sitio espectacular. En todos los sentidos. Comida rica y buen precio, espacio muy acogedor, y trato divino. Hoy se lo he contado a un amigo, con quien coincido cuando vengo a trabajar en autobús, y la escena me ha dado para reflexionar.
Resulta que “X” conoce el lugar, e incluso sabe, de quién trabaja ahí. Para explicarle que creo que sé de quién se trata, muy mujer de la vida diaria, le he dicho; “Efectivamente, eran todo chicas en el local, y un chico guapísimo, será ese, encantadores todos”. La cara de mi amigo, ha sido todo un poema. De golpe y porrazo, se ha debido de olvidar de cómo es su “conocido”.
Y digo yo, ¿por qué, cuándo preguntas a un hombre si otro es o no guapo, es incapaz de opinar? “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Sabemos si somos altas o bajas, gordas o flacas, ¡guapas o feas! Nos gusta adular, y lo hacemos, para qué el día que nos cortamos el pelo, todo el que pase y nos vea, nos lance un piropo.
¿Y qué hay de vosotros, merluzos? Sólo si el chandal era rojo, o verde, sois capaces de recordar. No os mojáis en cuestión de mismo sexo. ¿Tal vez envidia? Y por eso no decís que es vuestro hermano, quién se lleva a las chias de calle.