Una cabeza canosa, o con cabello plateado, puede lucir tan bonita como la de cualquier otro color. Creo que el fin de todo esto es parecer Richard Gere, canoso number one por los siglos de los siglos. Pero, ¿quién no se ha dado la vuelta por la calle al ver a una señora con el pelo morado o azul? Tal vez no caigáis en la cuenta, a mi me ocurrió hace años por primera vez. Un amigo muy exagerado que tengo, llegó al bar donde solíamos juntarnos diciendo que había visto una señora “con el pelo azul”. Si os digo la verdad, no terminé de entenderlo, y pensé en todo momento que hablaba de alguna abuela “ye-yé”. Aunque le dí la razón por no discutir, no sabía de que hablaba, ¡pero no tarde en darme cuenta de a qué se refería!
Normalmente son ancianas adineradas, tipo “Cruela de Ville”, las que llevan el pelo azulado. Sí es invierno, lucen abrigos de piel hasta el suelo, y en cualquier época del año llevan zapatos de salón y muchas joyas de las que hablan con sus amigas. Se pasean por las partes céntricas de las ciudades y reparten fajos de billetes a sus nietos para que se compren algún capricho para merendar.
Por lo visto las canas nacen blancas, pero tienden a “amarillear” con el tiempo. Nadie, ni el mismísimo Señor Gere, luciría una melena tan bonita si no se sometiera a tratamientos blanqueantes en la peluquería. Así que, si no queréis que vuestra abuela termine como la anciana de la foto, encargaos de que utilice productos hidratantes y que proporcionen mucho brillo, que se tiña de blanco oficialmente, y que gaste champús que potencien el color sin tender al amarillo natural. ¡Pero nunca, nunca, nunca, le dejéis que se apañe con espumas de supermercado!