El Jazzaldia ha anunciado conciertos secretos para la próxima edición. Un juego de complicidad con los seguidores del festival, para que entren en la web, se conecten por redes sociales y todo eso que se lleva tanto. Algunos se han llevado las manos a la cabeza, incluso protestan, a través de internet, porque no hay derecho a que sólo se pongan los datos en internet.
Tampoco hay que ponerse tremendista. Esto no es nada nuevo, los Rolling Stones y Prince y otras grandes estrellas lo han hecho antes de que existiera internet: de pronto aparecían en un club de Londres o Nueva York para 200 personas sin avisar más que al dueño y el público que había ido pensando ver a cualquier grupo ignoto se encontraba con el concierto de sus vidas. Dicen que Prince ha dado lo mejor de sí en esos conciertos ‘face to face’ hasta altas horas de la madrugada. O enviaban alguna clave a través de su club de fans para saber dónde, cómo y cuándo. Con internet eso se ha hecho aún más frecuente: es la vía directa y exclusiva para acceder a los fans y sólo a los fans.
En realidad lo difícil en el Jazzaldia va a ser no enterarse de cuáles van a ser esos conciertos secretos. Entre que ya casi todo el mundo se dedica a agregarse en orgiástica 24-hour-party, y que los que conozcan los datos se van a dedicar a difundirlos a la velocidad inigualable del boca en boca, será costoso permanecer ajeno al club de los secretos.
Y no nos engañemos, no va a tocar Keith Jarrett ni Tom Waits en ninguno de esos conciertos. ¿O sí?