Cuenta Mitxel Ezquiaga en ‘La agenda portátil’ que un ilustre político local le reveló sus temores de que José Luis Rebordinos quisiera convertir el Festival de Cine Internacional de San Sebastián en una versión a lo grande de la Semana de Terror. El político no es el único que ha mostrado tal preocupación, que viene indisolublemente acompañada del desconocimiento o desprecio a lo que ha hecho Rebordinos en los últimos 25 años, más o menos.
Rebordinos es el director de la Semana de Terror, sí, pero antes que eso es el director de la Unidad de Cine de Donostia Kultura, y la Semana de Terror es sólo uno de sus hijos. Pensar que han puesto al frente del Zinemaldia a un simpático friki con entusiasmo es no tener ni idea de lo que ha conseguido Rebor, siempre sacando alta rentabilidad social, cultural y hasta económica a los presupuestos que ha manejado. No vamos a glosar todo eso aquí, ni a reincidir en el importante papel que ha tenido en los últimos 15 años dentro del propio Zinemaldia.
Pero ciñéndonos a la Semana de Terror, su nivel no ha estado, proporcionalmente, por debajo del Festival. En sus 21 ediciones, o en actos paralelos de la Unidad de Cine, han pasados por San Sebastián estrellas del género (Peter Jackson, Robert Englund, Christopher Lee, Jesús Franco, Alejandro Jodorowsky, Ray Harryhausen, Roger Corman), se ha alumbrado a nuevos directores (Santiago Segura), se han anticipado y seguido tendencias, se ha visto excelente cine y se ha logrado una proyección internacional que supera ampliamente el formato de actividad cultural de provincias que le correspondería por presupuesto. Además de una devoción y participación del público que para sí quisiera cualquier festival de cualquier género. Todo ello como resultado de su gestión y de la habilidad para rodearse de un equipo eficiente y que se deja la piel y no se da importancia.
Además, teniendo en cuenta que las instituciones siguen rebajando las aportaciones a las verdaderas actividades culturales que conectan con el contribuyente, aupando la cultura de escaparate y de los proyectos inacabables e inconcretos, y que el Zinemaldia vuelve a tener recortes, no estará mal tener a un experto en serie B al frente, para ver si obra milagros como Edgar G. Ulmer o Don Siegel y hace un obra maestra con un exiguo presupuesto. Tendría su punto peligroso, si lo lograra, porque alimentaría el ego de una ciudad y un paisito que se cree con derecho a disponer de una serie de eventos de primera sin invertir en ellos. Menos miedos y más apoyos es lo que se espera de los políticos.
En la foto, Rebordinos junto a algunos personajes que va a necesitar en el Zinemaldia: un ángel (Juan Ochando), un colaborador fiel (Carlos Plaza) y una musa aguerrida (Barbarella / Vanessa Rodríguez). (Foto: José Mari López).