Elton John está volviendo a la sensatez y las buenas maneras, musicalmente hablando. Después de un par de décadas volcado en éxitos azucarados y un espíritu kitsch que iba mucho más allá de su pizpireta imagen (o sea, directamente a sus canciones de remilgado pop), el cantante de abundante gafa y pasta está volviendo a los orígenes, a aquellos años 70 en que hizo espléndidos discos que hoy siguen sonando inmaculados: ‘Madman Across the Water’ (1971), ‘Honky Château’ (1972) o ‘Goodbye Yellow Brick Road’ (1974).
Resulta que Elton John fue al programa televisivo de Elvis Costello (editado en USA y UK en DVD, glorioso box set del que podemos hablar otro día), y rememorando sus influencias de juventud, citó casi de forma automática a Leon Russell. Y en los días siguientes no se quitaba de la cabeza a aquel pianista-cantante bien bregado en el R&B, que nació en Oklahoma pero con querencias estilísticas por Nueva Orleans, que en los 70 gozó de prestigio y éxito y que protagonizó uno de los momentos más memorables del ‘Concert For Bangla Desh’ de George Harrison, haciendo un largo y arrollador ‘Jumpin’ Jack Flash’ de los Rolling Stones.
Sea por nostalgia o porque de pronto se dio cuenta de que no se podía dejar en el suave olvido a Leon Russell, el caso es que Elton John contactó con el que fue uno de sus maestros en el arte de hacer canciones con piano. Y la cosa desembocó en un disco, titulado simplemente ‘The Union’ y que es una de las gratas sorpresas que la música ha dado este año. Porque si, en principio, el disco de Elton John y Leon Russell puede tener pinta de asociación oportunista de talentos en declive o típica operación comercial para unir fuerzas en tiempos difíciles, se revela como un tratado fresco y pertinente de dos clásicos moviéndose en géneros eternos sin síntomas de anquilosamiento.
El disco contiene canciones espléndidas, especialmente en los medios tiempos. A destacar, ‘Gone To Siloh’, en la que Neil Young se suma a los coros redondeando magníficamente el talante conmovedor del estribillo. También ‘The Best Part of the Day’, muestra de lo que debería ser un éxito mainstream si los tiempos de las buenas canciones en los hit parades no estuvieran prácticamente acabados. Cuando se ponen en plan Nueva Orleans funerario, sueltan otra perla, ‘There’s No Future’. Un disco quizás no redondo (algún tema como ‘Monkey Suit’ suena excesivamente convencional), pero muy gratificante. Además, está producido por T-Bone Burnett, y colaboran excelsos músicos como el guitarrista Marc Ribot. En Youtube se pueden encontrar también tomas de su actuación en el Roundhouse de Londres, impecable a juzgar por los ejemplos.