Relacionar a un personaje público con algo tan deleznable y grave como la exhibición de pornografía infantil va mucho más allá de la censura de una película. Ángel Sala está siendo acusado de exhibir algo que no existe. Cualquiera que haya visto ‘A Serbian Film’ sabe que en ella hay una representación de una violación, no una filmación de una violación real, por muy realista que parezca. Sutil diferencia. Las escenas de ‘A Serbian Film’ pueden ser escabrosas, de mal gusto, repugnantes e incluso innecesarias, tanto como tantas otras escenas que representan otros delitos, y violaciones y degradaciones del ser humano, de forma ficticia, en tantas películas que se ven en la tele o se venden en los grandes almacenes, muchas de ellas implicando a niños.
Lo inadmisible y perseguible sería que se hubieran utilizado menores y se hubieran filmado de forma real esas escenas (eso es pornografía, sexo real, no simulado ni representado), cosa que no parece probable viendo el grotesco muñeco que aparece en la película. Pero en cualquier caso, si hubiera alguna duda, habría que investigar para comprobarlo a los autores de la película.
Perseguir a Ángel Sala por exhibir una película que ya había sido proyectada antes en muchos otros países y, sobre todo, relacionar su nombre con la pornografía infantil, va más allá de la censura de una película. Se está manchando su nombre de una forma muy grave, e injustificada, que necesitará reparación.
Que un director de uno de los festivales más importantes de España pueda ver su nombre equiparado a quienes distribuyen verdadera pornografía infantil, por proyectar una película de curso normal y legal, sí que da miedo, más incluso que la censura o los ataques a la libertad de expresión. Y surge la pregunta: ¿habría que denunciar ahora a los acusadores de Ángel Sala? Porque ellos han hecho mucho más por la difusión y la exhibición de ‘A Serbian Film’ que el director de Sitges. Ahora, gracias a la denuncia, miles de personas se han interesado en verla, se la han descargado de internet y se han pasado de mano en mano una película que, por su escasa calidad y sustancia, no merecía esta atención.