Hace cosa de tres años las tiendas de discos independientes de Inglaterra y Estados Unidos decidieron unirse para hacer una campaña conjunta. Se trataba de intentar sobrevivir: ante el incesante goteo de tiendas que tenían que cerrar por el bajón de ventas, querían decirle al aficionado a los discos que en esos pequeños reductos de amor al vinilo y el CD tenía su casa, donde le iban a dar lo que quería y se iba a sentir entre amigos que le comprendieran. Y que no abandonara a las tiendas como no se abandona a un ser querido.
Crearon el Record Store Day, un día de celebración en el que, además de actuaciones en las tiendas, presentaciones especiales y otros actos, se editan discos exclusivos para ese día. Muchos músicos se solidarizaron con la idea y brindaron grabaciones especiales y canciones inéditas, jugosos atractivos para el aficionado, envueltos en discos de diseño especialmente bonito: vinilos de colores, portadas a la antigua, etc. En principio eran unos pocos discos, pero cada vez son más, y en la celebración del Record Store Day el mes pasado se editaron decenas de discos, de todo tipo de artistas, en single o Lp, en vinilo y CD. Algunas tiendas españolas se sumaron por primera vez al evento.
Se supone que esto es estupendo para el comprador de discos, que estará deseoso de hacerse con esos buenos y bonitos artefactos de sus artistas favoritos. Pero esos discos se venden exclusivamente ‘in situ’ en las tiendas que participan en el asunto y solo en el día señalado. La gente hace cola desde horas antes de que se abran las tiendas, al menos los que tienen una de esas tiendas cerca y, si tienen suerte, se hacen con un ejemplar del codiciado disco.
Esas ediciones especiales se venden a precio normal. Pero en cuanto salen los ejemplares al mostrador, en ebay ya se ponen a la venta a precios más que elevados, sabiendo que inmediatamente se revalorizarán. Lo cual es especialmente absurdo, porque no son las tiendas las que se llevan la pasta extra, sino los especuladores que hacen el trueque en ebay exprimiendo al obsesivo coleccionista.
Y así, los que queremos comprar el nuevo single de Edwyn Collins con un tema inédito o ese Lp en directo de Damien Jurado, que podrían haberse editado de forma normal y con el pijerío del RSD, solo podemos pujar y pagar precios desorbitados. O bien renunciar a comprar discos y bajarlos gratis de cualquiera de las múltiples webs que los brindan. Toda una ayuda para curarnos de la enfermedad de comprar todo lo que editan nuestros artistas favoritos. Aunque se supone que se trataba de fomentar la compra de discos… Porque total, si el aficionado, ese al que se supone que las tiendas quieren poner de su parte, renuncia a comprar los discos del Record Store Day y le coge el gusto a la descarga, puede también renunciar a comprar cualquier otro…