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Ricardo Aldarondo

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Jazzaldia (7): Toots Thielemans, un soplo de juventud

No miren la edad, ni se fijen en el cuerpo encorvado que ha adquirido la forma de quien se sienta en la banqueta y se vuelca sobre la armónica. Una vez situado en el centro del escenario, y con la armónica entre las manos, Toots Thielemans es todo juventud, control, espontaneidad y capacidad creativa. Así lo demostró en la tarde de ayer en el Kursaal en un concierto de hora y cuarto, y sin bis, pero que contuvo muchas más músicas y emociones que otros conciertos el doble de largos.

Ya emociona tener delante a alguien que ha tocado con toda la historia de la música popular, y cuando decimos toda, estamos dejando muy poco margen a la exageración. ¡Alguien que tocó con Benny Goodman está pletórico aún delante de nosotros! Cuando va citando a lo largo del concierto los músicos con los que ha colaborado y de los que va extrayendo temas para su repetorio, estás asistiendo a la historia del jazz en vivo y en directo, pero también del pop, de la banda sonora, de la bossa nova y de la canción popular del siglo XX. Sin embargo, el belga afincado en Estados Unidos que consiguió hacer un hueco a un instrumento inusual en el jazz, ni se vanagloria ni da lecciones. Recuerda con simpatía y agradecimiento a tantos genios con los que ha tocado: a él mismo le entra la risa en las presentaciones ante la tremenda lista: Charlie Parker, Miles Davis, Bill Evans, Jaco Pastorius, Quincy Jones y así hasta el infinito. Y no menos importante: suya es la mítica armónica de ‘Barrio Sésamo’.

Desde el inicio del concierto se constataron unas cuantas cosas. La belleza del sonido que Thielemans extrae de su armónica sigue intacta. Un sonido dulce, delicado, expresión directa de un espíritu sentimental, pero nunca engolado ni empalagoso. Además, Thielemans mantiene en alerta la creatividad ‘in situ’: cuando acomete standards, como ese doblete Gershwin con ‘I Loves You, Porgy’ y ‘Summertime’ que ofreció en la primera parte, nunca se limita a la melodía convencional, busca la inspiración del momento y se entrega a la búsqueda de nuevas expresiones.
El recorrido tuvo estaciones brasileñas, con ‘The Dolphin’ de Louis Eça, en la que el veterano músico pedía más ritmo al batería Teun Verbruggen, o Jobim. Luego se dirigió hacia el pop, con ‘I Do It For Your Love’ de Paul Simon.

Paso a paso, y de forma tan sutil, Thielemans iba recordando al público, que ha estado en sus vidas y en sus músicas de forma permanente, aunque quizás no se hubieran dado cuenta. Por eso, hubo una especie de suspiro de agradecimiento en la audiencia cuando anunció la melodía de ‘Midnight Cowboy’ y prometió tratar de reproducir con sonidos ese Nueva York de los 70, desde un punto de vista melancólico y añorante. Y vaya si lo consiguió. Contrarrestó con humor: «También he hecho bandas sonoras de películas porno», y se carcajeaba en su taburete. Tanto como porno no era ‘Delicias turcas’, pero Thielemans interpretó su música con enorme sensualidad, mientras con la mano hacía indicaciones a los muy eficientes músicos que le acompañaban. Cada fraseo de Thielemans estaba cargado de buen gusto, pasión y delicadeza, y en ocasiones él mismo se sorprendía o se regocijaba al encontrar un giro inesperado, una brillante concatenación de notas.
La emoción ya alcanzó alta intensidad cuando acometió una de las más bonitas melodías jamás compuestas, ‘Autumn Leaves’. Y ocurrió lo mismo que con el ‘Imagine’ de John Lennon que vino a continuación: melodías miles de veces versioneadas, aparecían frescas y hermosas como el primer día en los labios de Thieleman. Al final de ‘Imagine’ quiso que la gente repitiera cantando una sencilla melodía que él estaba tocando, pero la audiencia optó por dar palmas. Y él reía al verse maltinterpretado.

La despedida resultó conmovedora a más no poder. Tras un detalle que sonaba casi humorístico, «nunca coincidí con Jacques Brel», dijo como quien le falta un sello de la mejor colección del mundo, emprendió «la más bella expresión de amor entre dos personas». Y lo que hizo con ‘Ne me quitte pas’, elaborando los sonidos más suavemente cercanos al silencio, nos dejó a todos con la piel de gallina, conmovidos, y con más de una lágrima en los ojos. Grandeza del humilde maestro.

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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