Es un no parar. En estas semanas no hay día que el Festival de Cine de San Sebastián no genere una noticia, anuncie una actividad, prometa otra pieza del puzzle gigante que hace que un festival de cine sea un frenesí, un pulpo que con sus múltiples tentáculos trate de atrapar a ciudadanos de toda condición.

Si a comienzos de año y recién estrenado en el cargo de director José Luis Rebordinos afirmaba que su misión principal era crear ilusión, lo está consiguiendo. Es fácil prometer el oro y el moro cuando al menos hay oro: pero con el presupuesto limitado, en tiempos de evidente crisis y el cine en permanente periodo de incertidumbre, Rebordinos no podía jugar la carta del espectáculo deslumbrante y los grandes fastos.

En realidad, el hombre con ese apellido tan dado a los juegos de palabras que describan su hiperactividad, está consiguiendo pintar de vivos colores, llenar de adornos atractivos y generar ‘ganas de’ sobre el esquema básico que ha tenido en los últimos años el Festival. Sin necesidad de romper estructuras ni inventar lo nunca visto o prometer goleadas imposibles, parece bastante claro que la necesidad de crear expectación ha funcionado. Y consiguiendo además un buen número de patrocinios que sustenten las actividades extra y dejen un dinerillo en el presupuesto global.

Twitter es un termómetro de todo ello, y renombrados periodistas locales, nacionales e internacionales, así como productores y otras gentes del cine, están manifestando expresa y contundentemente su convencimiento de que Rebordinos está revitalizando el Festival y se prevé una interesante edición. El ruido que está armando estos días está calando.

Y aún queda la guinda, que tendrá lugar mañana, con la presentación oficial definitiva de la edición que comienza dentro de dos semanas. La composición del jurado oficial, alguna película que aún queda por revelar y unos cuantos detalles más, pondrán definitivamente las cartas sobre la mesa en la última rueda de prensa antes de la primera claqueta de la edición.

Luego se verá si la cosa funciona, si las películas son buenas, si el público responde y disfruta, si la crítica hace una buena valoración y si la previa lectura del extensísimo menú ha merecido la pena. Pero de momento parece que las bocas se hacen aguas, que no es poco.

En la imagen, la valla que han preparado los de ‘Intruders’ para el Festival.