Veo en el kiosco una revista dedicada en exclusiva al iPhone, y otra especializada en el iPad, el iPhone y otras cosas que comienzan por i minúscula, además de unas cuantas que contienen inevitablemente las letras PC. Estupendo, me encanta ver el kiosco lleno de revistas, con solera o nuevas, y sobre cualquier tema, incluyendo las dedicadas a mascotas insólitas o a labores de toda la vida. Pero no entiendo nada.
Un día sí y otro también nos dan la apocalíptica matraca de que el papel está obsoleto, que ya no es necesario porque todo lo puedes tener en formato electrónico, más cómodo y llevadero, información pret-a-porter. Los más exaltados te llaman nostálgico (¿?) o inmovilista (¿?) por seguir comprando un par de novelas en la libreería de vez en cuando, ya que no ves razón para dejar de hacerlo.
Embarcados en esa histeria electrónica, parece lógico pensar que si algún texto es inncesario en papel, serán precisamente los relativos a esos dispositivos electrónicos. Resulta absurdo, en principio, que para aprender a manejar o estar informado o actualizado sobre esos aparatos, haya que recurrir a ese papel al que tablets, smartphones y ordenadores están deseosos de sustituir, según los gurús que empiezan dos de cada tres frases con la muy cansina expresión “En el futuro no habrá….” y “Esto es lo que viene”. El colmo del absurdo son los gruesos tomos sobre programas informáticos, o eso nos parece: una información que está en permanente actualización, que hay que clasificar y buscar más que leer de corrido, que estás llena de gráficos y ocupa mucho espacio, parece que debería ser la primera en quedarse en el universo electrónico, ahorrando, ahí sí, considerables cantidades de papel.
Y sin embargo, desaparecen de los kioskos revistas de todo tipo de temas porque ‘el papel ya no interesa’, mientras se llena la apretujada balda de los ‘imagazines’ y ‘PCmagazines’. Y los gruesos libros con lomos tan excitantes como Desarrollo con Drupal 7, Domine Javascript o Posiciona tu blog van arrasando, por ejemplo, el espacio dedicado a los libros de cine. Los más devotos de las pantallas rechazan las publicaciones en papel, pero alguien debe comprar ese derroche de libros que, además, tienden a quedarse obsoletos desde su mismo día de publicación, por su propia naturaleza. La Wikipedia acabó con los tomos de la Enciclopedia Británica, pero las enciclopedias de programas y dispositivos, en cada una de sus versiones y modificaciones anuales, se expanden como niños glotones. Nos intentan vender el libro electrónico con todo tipo de artimañas, y al mismo tiempo nos invaden de mamotretos sobre informática, smartphnes e ipads.
En el futuro sólo habrá libros de papel sobre informática.