Íbamos con cierta prevención, no tanto porque La vie d’Adèle, chapitres 1 & 2 durara tres horas y se proyectar al final de la jornada, como porque su sinopsis solo decía que trataba de la relación entre dos chicas. Y, efectivamente, la película de Abdellatif Kechiche, que ha sido si no la mejor sí la mayor sorpresa de una Sección Oficial con poco espacio para los descubrimientos, dedica esas tres horas a contar el inicio, el fulgor y la disipación de una relación amorosa, una relación de amor entre dos chicas muy jóvenes. Y sin embargo esa duración no solo está plenamente justificada, sino que es la esencia de que La vie d’Adèle, chapitres 1 & 2 llegue a una profundidad e intensidad que pocas veces se logra en el intento de plasmar el enamoramiento en pantalla. Aunque habrá quien diga que se puede contar lo mismo en menos tiempo, me temo que no: Kechiche crea un mundo de cercanía y autenticidad, de convivencia total con el personaje de la chica que a los dieciocho años vive en su clase los típicos acercamientos de chicos y se plantea una relación con alguno de ellos, pero se queda inexplicablemente prendada de una chica con el pelo azul que ve pasar por la calle.
Todo es creíble y cercano, y por lo tanto emocionante, en lo que le ocurre a esa chica, interpretada por una de las revelaciones de jóvenes actrices que ha tenido este Cannes, una Adèle Exarchopoulos a la que parece difícil que nadie le arrebate el premio de interpretación, a no ser que lo comparta con su compañera en la película, Léa Seydoux, otro idilio con la cámara. Ambas, pero sobre todo Adèle, que está permanentemente en pantalla, se implican en sus papeles de una manera dificilmente igualable, sobre todo porque Kechiche no recurre al tono documental, o a un estilo improvisado y descuidado, que suele ser lo más socorrido para plasmar realismo: sus planos parecen elaboradísimos y naturales al mismo tiempo, bellísimos pero nada afectados. Y esa implicación entre el director, las actrices (ampliable al resto del reparto también) y los personajes se lleva en La vie d’Adèle a sus últimas consecuencias: las más llamativas en las escenas de sexo, que son absolutamente reales y detallistas, la primera con una duración cercana a los diez minutos, y que explican realmente cómo es esa relación en todas sus dimensiones. Nunca se ha mostrado en el cine cómo es el amor, la pasión y el sexo entre mujeres en la cama como en esta película, y cómo todo ello influirá en lo que irá ocurriendo a continuación. Sin embargo Kechiche evita por completo el ámbito de la condición gay, y se sitúa siempre en la historia de amor entre dos personas, lesbianas o no, y da la impresión de entrar como pocos en los sentimientos de las mujeres en general.
Pero además de la historia de amor, deseo y comunicación más allá de las palabras, en La vie d’Adele se habla, y con la misma sutileza y profundidad, de las incertidumbres de la juventud, de la búsqueda de la identidad propia y de los gustos personales, de cómo vislumbrar un futuro, no tanto laboral, como vital. Y de las ilusiones y frustraciones que todo ello conlleva. Las dos son estudiantes, una de literatura y otra de arte: a Kechiche le interesa la relación entre la vida y la representación de esa vida en la ficción y el arte. Y a través de sus personajes transmite una pasión por el arte desprovisto por completo de ínfulas culturetas, apoyada únicamente en la fascinación y la apertura para los sentidos, y para comprender la vida real, que aportan la literatura, la música o la pintura, que de todo ello hablan y viven con naturalidad los protagonistas de La vie d’Adèle, una película que se te queda dando vueltas en la mente durante días y días.
El tunecino Abdellatif Kechiche, que trabaja en el cine francés, ya había destacado con otro retrato juvenil en las afueras de París, L’esquive (2003) y con dilemas humanos de otra edad, en Cuscús (2007), pero es en este quinto largometraje donde alcanza verdadera altura de autor con un mundo propio, y que puede tener continuidad. Basada en un cómic titulado Le Bleu est une couleur chaude, La vie d’Adele promete continuidad: Kechiche tiene interés en ver cómo continuará el cómic y seguir adaptándolo, y no descarta que Adèle se convierta en lo que fue Antoine Doinel para François Truffaut.