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Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Camera Obscura, ese indefinible toque de distinción

Es tan abundante, y sobre todo lo fue en años pasados, el pop sensible y soñador, que evoca aromas de décadas gloriosas, sobre todo de los 60 y los 80, y tiene en la búsqueda de la melodía perfecta su faro, que llega un momento en que todo parece lo mismo. La identidad se diluye. Unos y otros grupos indies en esa línea se confunden, hasta sellos enteros parecen uniformizados por los clichés.

Pero lo de Camera Obscura es diferente. Y que nadie pregunte el porqué. Sus canciones pueden sonar como las de mil grupos más y, sin embargo, llaman la atención enseguida si uno se las pone como música de fondo. Se escuchan con gusto la primera vez, pero a partir de la segunda o tercera emerge ese algo especial, y luego ya, o así me ha pasado, uno se queda prendado de cada una de las canciones y concluye que Camera Obscura ha vuelto a hacer un gran disco con su quinto Desire Lines, como lo fue el anterior My Maudlin Career. Sea por la voz cautivadora de Tracyanne Campbell, dulce pero nada ñoña, por los arreglos siempre en su justo término, por el uso de la reverb que deja a cielo abierto las primaveral melancolía de las canciones y, sobre todo, por esa indefinible calidad de sus melodías, uno encuentra en Desire Lines un puñado de canciones de las que quedarse colgado durante semanas.

El disco se inicia con una minúscula pieza de curedas, y luego vienen un par de canciones nobles. Pero es con William’s Heart que llega la excelencia, una canción que podría pertenecer al mejor momento de Everything But The Girl, etapa preelectrónica. Y continúa en el trío glorioso que foma con New Year’s Resolution y Do It Again. Y no desfallece hasta el final de los surcos (el vinilo tiene una preciosa portada doble, con las letras en su interior, como debe ser, y el CD en fundilla de plástico, todo completo). Fifth in Line to the Throne sería otra de las destacables, pero es que no hay desperdicio. No hay nada  rompedor, nada claramente descriptible de la singuliridad de Camera Obscura; incluso en algún momento se acercan, si no al plagio, sí al mimetismo: Every Weekday es calcada a The Rhythm of the Rain, de The Cascades, que Los Nikis convirtieron en su descacharrante y gloriosa No vuelvo a ir a Benidorm (pero como versión).  Sin embargo el quinteto escocés se benefician del talento para el pop que lleva décadas aflorando en su tierra. Y Desire Lines está siendo estas semanas perfecto sustitutivo del sol esquivo, perfecta compañía para los intervalos de asomo veraniego.

(Ahí van mis dos canciones favoritas en Grooveshark, porque no están en Youtube, pero las otras dos también son espléndidas).

William\’s Heart by Camera Obscura on Grooveshark‘}”>
New Year\’s Resolution by Camera Obscura on Grooveshark‘}”>


Un espacio en 3D: cine, música, libros y más

Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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