Un piano espacial da entrada al disco de Old Amica, un dúo sueco que es otra de esas pesquisas de lo invisible que practica el sello donostiarra Moonpalace Records, en busca siempre de la exquisitez entendida no como un estilo musical, sino como un ejercicio de distinción. Para no aburrir con lo de siempre, más que nada.
Con una guitarra acústica y una voz como del Neil Young más tirado, sin cambiar aún de canción, continúa un disco, The Burning Dot, que si bien se va reinventando continuamente, ya en su segunda pieza hace parada en un lo que podría ser un hit indie del año. Hablamos de una canción, A New Star, que tiene como en voz baja los atributos para triunfar de unos The XX, de unos Bon Iver, con el atractivo vocal de Fleet Foxes. Todo vaporoso y melancólico, misterioso, pero también directo, que te envuelve rápidamente.
Leamos: “The Burning Dot está inspirado por los sonidos de Tangerine Dream, la voz de Carl Sagan y la tormenta que se aproxima”, dicen sus autores, de los que solo sabemos que son suecos, que son dos, que viven lejos el uno del otro, y que en algún lugar del espacio que los separan encontraron estos sonidos planeadores, pero no tanto en el sentido de Tangerine Dream, como en el de las almas perdidas que, por desamor o por desaliento, flotan en busca de algo a lo que agarrarse.
No dicen los suecos nada de dúos vocales como Simon & Garfunkel ni siquiera de tríos como Crosby, Stills & Nash o America porque esa timidez que se adivina entre los brumosos sonidos en que envuelven sus armonías vocales no permite imaginarlos actuando en parques gigantes ni concitando euforias colectivas. Pero algo hay de ese legado sesentero (¿un poco hippy, un poco folk?) en la también ‘comercial’ Inflammable Night bajo las capas de reverberación y los mantos de electrónica casera entre los que se cuela, de nuevo, un piano de viejo caserón, en To Find It Gone. Su sonido parece enlazar con uno de los más celebrados discos de Moonpalace Records, el de Francis Alun Bell, Agustin, lo que nos hace pensar que el sello encuentra extrañas conexiones entre portugueses, suecos y americanos, bajo una envoltura propia, de personalidad cada vez más recia y desafiante (la del sello, queremos decir).
Y en medio de todo esto se cuela un instrumental con tres repetidos acordes de órgano, We Found Water. Y una especie de gospel cavernoso muy acogedor, Dunes. Y aún queda uno de las mejores paradas en lo melodioso, Under the Night Sky, preciosa canción con ruptura a lo Brian Wilson, seguida de otra delicia, Thin Blue Ribbon. Y así, siempre acechando lo inesperado, siempre sin sobresaltos, se va completando “una historia que gira alrededor del amor perdido, y el inevitable resultado de una vida con los ojos cerrados. Un viaje post-apocalíptico a través del espacio, lejos de nosotros mismos”. Bueno, palabras quizás algo grandilocuentes, o al menos más que su ajustada y delicada música.
En este disco se unen los dos EPs que solo en formato digital habían puesto en circulación Old Amica. Como siempre, la generosidad de Moonpalace Records permite a todos escuchar el disco entero en bandcamp. Pero esa exquisitez tienta a cualquier espíritu sensible a hacerse con una de las 100 únicas copias del CD, no fabricadas sino elaboradas artesanalmente entre cartones, sellos de caucho y ¡¿letraset?!