Hoy 5 de noviembre de 2013 Peter Hammill cumple 65 años. Sirvan estas líneas como felicitación y sobre todo como celebración de una obra y una actitud que abarca más de 60 discos, en solitario o al frente de Van Der Graaf Generator, más un montón de colaboraciones de diferente intensidad, y que algunos hemos seguido fielmente y con apasionamiento y mucha recompensa durante más de tres décadas.
Peter Hammill es, como Bob Dylan o Lou Reed, uno de los más grandes literatos del rock, si reducimos ese olimpo a cuatro o cinco nombres, no más. Es, además, una voz única, como las de Bob Dylan, Lou Reed, Jim Morrison, Robert Wyatt, Tom Waits, Neil Young o Elvis Costello. Mientras Dylan y Lou han retratado la vida, la sociedad a través de sus calles, Peter Hammill ha retratado la existencia. El ser y el estar, los sentimientos íntimos y los miedos, el por qué y para qué de la vida y los enigmas que provoca, desde el individualismo que toca lo universal. Muy al contrario que Dylan y Lou Reed, el talento de Hammill nunca ha tenido repercursión social ni comercial, convertido desde sus comienzos en 1967 en artista de culto, mucho antes de que existiera ese concepto en el rock, inasequible al éxito a su pesar y al potencial de algunas de sus canciones, siempre trabajando en unos márgenes (que no en una marginalidad) a la que ha sabido adaptarse y manejar inmejorablemente. Desde los tiempos de la vida al filo más peligroso del rock&roll hasta las décadas de songwriter que trabaja en solitario en su propio estudio con una disciplina perfectamente conjugada con la absoluta libertad creativa, Peter Hammill es un ejemplo de coherencia consigo mismo, con su obra y con el mundo de la música como hay pocas.
Para quienes conocimos a Peter Hammill y Van Der Graaf Generator gracias al por siempre añorado programa Club 44 de Gregorio Gálvez en Radio Popular a mediados de los 70, a través de dos discos tan inmensos como Pawn Hearts (1971) y Godbluff (1975) y después de mantener constancia en el contacto con todo lo que ha hecho posteriormente Hammill, resulta imposible, o al menos para mí, hacer aquí un resumen, una guía o una puerta de entrada a un músico que, hay que reconocerlo, no resulta fácil. No lo es porque Hammill no es asociable a cualquier otro artista o corriente, aunque haya mantenido un cierto contacto (pequeño en realidad) con Peter Gabriel, por ejemplo, con quien compartió las primeras giras conjuntas de Genesis y Van Der Graaf Generator al pertenecer ambos grupos al sello Charisma. Y con Robert Fripp y otros músicos de distintas áreas. Van Der Graaf Generator se asociaba al rock progresivo, o incluso al rock sinfónico, aunque como quedó demostrado después cuando en plena explosión punk Johnny Rotten, aún en los Sex Pistols, defendía a VDGG como una de sus más mayores influencias. Lo suyo era otra cosa, pero las complejas estructuras melódicas, algunos temas de 20 minutos, las letras existencialistas y la desgarrada forma de cantar de Hammill no provocaron entonces, ni han provocado nunca, un acercamiento fácil a su obra. Aún así muchos otros músicos han mostrado devoción por su obra o influencias manifiestas: The Stranglers, Marc Almond, Magazine, Julian Cope o Luke Haines, que el año pasado puso a una de sus canciones como título Peter Hammill.
Y eso que una de las características de la obra de Hammill es una increíble habilidad para las melodías que te atrapan y te apasionan para siempre. Pero son melodías que no se repiten ni se estructuran con la métrica del pop. Si Dylan y Lou Reed también se han saltado siempre a la torera esa métrica, sí al menos han mantenido una mayor estructura clásica de estrofa y estribillo, con todas las dilataciones habidas y por haber. No es raro que Hammill, poco dado a situarse al lado de ninguna corriente ni nombre del rock y el pop, cite como una de sus mayores influencias el musical South Pacific: el sentido del drama, otro de sus mayores valores, tiene una curiosa relación con el del musical teatral. Por tanto, no me atrevo ni me veo capaz de abarcar ese ‘conozca usted a Hammill en cinco pasos’. Digamos que hay un par de discos recopilatorios que sirven muy bien como introducción a su faceta más baladista, más emocional y sencilla en las formas, aunque igualmente honda y genial en los contenidos: son The Love Songs (1984) con canciones de su primera época regrabadas a mediados de los 80, y The Thin Man Sings Ballads (2002) reunión de baladas del hombre delgado, como su título indica, pertenecientes a la segunda mitad de los 80 y hasta el 2001. Son dos discos que gustan a quienes quizás luego no se atreven con otras cosas y, atención, a un público femenino que está normalmente en absoluta minoría entre los fans de Hammill y VDGG.
Tampoco podría hacer una lista de diez favoritas, o así: es tan amplia, densa y querida por distintas razones la obra de Van Der Graaf Generator y Peter Hammill, que me resulta imposible, incluso ampliando el número a 20 o 30. No encontraría el criterio adecuado para el listado. Así que coloco aquí siete canciones que ni son representativas de sus diferentes épocas, ni cubren los distintos aspectos de la música de Hammill, ni puedo calificar como mis favoritas (aunque todas pertenecerían a esa categoría).
Y antes de pasar a las canciones, unas palabras de Julian Cope sobre Peter Hammill: “Por decirlo de forma simple, alguien que constantemente escribe, graba y tiene el coraje de publicar semejantes desgarros del cerebro, el corazón y el alma en plástico frío y duro, sin ninguna pérdida de emoción en el proceso, exige instantáneo y absoluto respeto”.
1. A Better Time. (1996). Del Lp X My Heart de Peter Hammill.
Los que se ponen nerviosos con la nostalgia pueden estar tranquilos: Hammill es un defensor del ‘aquí y ahora’. El tiempo es probablemente el tema que más ha tratado en sus canciones, desde los más diversos puntos de vista. Esta canción, una de las más sencillas y directas en su mensaje, es toda una declaración de principios:
I’ll never find a better time
hard though it is to allow
I’ll never find a better time
to be alive than now.
This is the life and we’ve only time
to be alive right now
(Nunca encontraré un tiempo mejor / aunque sea duro de admitir / Nunca encontraré un tiempo mejor / para estar vivo que ahora / Esto es la vida y sólo tenemos tiempo de estar vivos ahora mismo).
Una canción que cobra especial significado en su 65 cumpleaños…como cualquier otro día. Hammill ya comenta en su página que no se piensa jubilar. Este año 2013 es uno de los pocos en que no ha publicado ningún disco desde 1967, aunque tiene prácticamente acabado ya uno nuevo que saldrá a comienzos de 2014, y en febrero también publicará otro álbum realizado a medias con el guitarrista Gary Lucas. Hay que tener en cuenta sin embargo que Hammill no es de los que cierra puertas a su pasado. Muy al contrario: no reniega de nada de su ingente obra y cualquiera de sus composiciones puede aparecer en uno de sus conciertos, sin renunciar ni a las más complejas y largas grabadas con Van Der Graaf Generator, ni a las que originalmente pudieran parecer imposibles de tocar solo con piano o guitarra, el doble formato con que habitualmente se presenta en sus conciertos en solitario. Y nunca repite un setlist: el aquí y ahora, el ‘estímulo del momento’ (título de uno de sus discos), es lo fundamental. El montaje de este vídeo no es el más adecuado, pero es el único que he encontrado con la canción original que cerraba X My Heart; porque el disco se abría con una versión a capella de la misma canción. Pero prefiero esta.
2. A House With No Door (1970), del Lp H to He Who Am the Only One de Van Der Graaf Generator.
No es una de las más características canciones de Van Der Graaf Generator, pero sí de las más especiales. Frente a clásicos del repertorio del grupo como la sobrecogedora Still Life, la eléctrica Killer o composiciones llenas de partes y cambios como caleidoscopios infinitos, de The Sleepwalkers a A Plague of Lighthouse Keepers, de Childlike Faith in Childhood’s End a la inmensa oda a su guitarra Meurglys’s III (The Songwriter’s Guild), en A House With No Door he encontrado siempre una emoción indescriptible. La voz de Hammill, aquí con inauditos 21 años, muestra buena parte de la increíble cantidad de registros técnicos y emocionales que posee, y que aún conserva casi intactos a los 65. Es, por otra parte, una canción que muy pocas veces han interpretado en directo tanto VDGG como Hammill en solitario. Está ahí, recóndita.
3. Refugees (1970), del Lp The Least We Can Do Is Wave to Each Other de Van Der Graaf Generator.
Lo más parecido que Van Der Graaf Generator pudo tener a un éxito: salió en single, en una versión más comercial con unos coros añadidos, también muy bonita, pero no lo fue. Sí ha quedado como una de sus canciones más significativas, y que todos los fans tenemos entre las más queridas. Su épica intimista, o así, su idea del refugio amistoso o amoroso, y de la búsqueda de un lugar donde encontrarlos, es imperecedera.
4. This Side of the Looking Glass, Live 1981. Versión original en el Lp Over (1977) de Peter Hammill.
En uno de sus discos más significativos para mí, Over, una de las más grandes, certeras y dolorosas obras sobre la separación amorosa (otro motivo que ha dado joyas en el repertorio de Hammill: véase Just Good Friends), incluyó esta composición en la que, por primera y única vez (si no llevo mal la cuenta) su voz estaba arropada solo por una orquesta. Y en una ocasión la hizo en directo para un concierto especial en Munich con otros músicos, en el que él interpretó dos canciones, esta y My Room (clásica de su repertorio, probablemente la que más veces ha cantado en directo, y con palabra muy significativa en su obra: habitación). Otro de los momentos más sobrecogedores de su obra, y toda una demostración de su capacidad interpretativa y expresiva.
5. Man-Erg (1978), originalmente en el Lp Pawn Hearts (1971) de Van Der Graaf Generator
Otro clasicazo de Van Der Graaf Generator, aunque, de las decenas y decenas de versiones que he escuchado de ella (recuerden que Hammill es de los que siempre interpreta sus canciones de forma distinta) esta es quizá la más impresionante, por intimista, grave y entregada (aunque su entrega está siempre garantizada). Pertenece a un disco pirata, también legendario, de un concierto en solitario de 1978 publicado como Skeletons of Songs, que también contiene una sublime versión de Refugees.
6. Careering (1979), del Lp PH7 de Peter Hammill.
Tengo una debilidad especial por esta canción que nunca aparece en ninguna antología, ni recuerdo que la haya tocado nunca en directo, ni nadie parece acordarse de ella, pero está en uno de los mejores discos de Hammill, y en una época de especial experimentación dentro del formato de canción semi-pop de cuatro minutos. Y en esos cuatro minutos hay de todo: ritmo primitivo casi punk, el saxo desbocado en plan free-jazz de David Jackson, las armonías vocales como de otro mundo que Hammill logra superponiendo su voz muchas veces, y un paroxismo final de una fuerza asombrosa.
7. Nadir’s Big Chance, del Lp Nadir’s Big Chance de Peter Hammill.
Para su quinto Lp en solitario, Hammill se inventó un alter ego al que llamó Rikki Nadir y, lo más asombroso para un songwriter asociado en ese momento al rock progresivo y/o sinfónico, se presentaba con chupa de cuero y gafas negras. Pero más insólito aún es que la letra de la canción, era una declaración de principios del tal Nadir que parece un auténtico manifiesto del punk…grabado en 1974, dos años antes de que el punk apareciese. Y dentro de un disco, obra maestra, que contenía mil registros más. Ahora Hammill, con 65 años, de alguna manera, sigue manteniendo esa actitud. El hombre que grabó Pushing Thirty cuando cumplió los 30 y editó Roaring Forties cuando cumplió los 40, sigue mirando hacia adelante a los 65, apasionado con cada nuevo disco, entregado en cada concierto. Hammill’s Big Chance.