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Ricardo Aldarondo

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'Cleveland': Harvey Pekar o una vida entre viñetas, calles, libros y discos

Como mucha otra gente, supongo, supe de Harvey Pekar sobre todo por la película que contaba su obra American Splendor y, por lo tanto, su vida. American Splendor, la película, presentaba a un Harvey Pekar (interpretado por Paul Giamatti) algo más huraño y gruñón que el real, según su amigo y experto en su obra Jimi Izrael. El escritor que plasmó sus vivencias y preocupaciones, y las de su ciudad, de forma muy personal, principalmente en cómics dibujados por otros, murió en 2010 pero dejó escrita una pieza, Cleveland, que viene a ser resumen de todo: de la ciudad en la que vivió toda su vida, apegado a ella con todos sus defectos, toda su decadencia y toda su oferta cultural también; y de una vida sencilla, mirada desde la perspectiva de un paseo reflexivo por calles y suburbios, en la que Pekar acabó siendo uno de los nombres fundamentales del cómic americano underground de la segunda mitad del siglo XX, pero manteniendo siempre el espíritu de aquello que se consideraba: un trabajador.

Cleveland es el sencillo y directo título de un álbum precioso publicado el pasado septiembre por Gallo Nero, con una introducción de Alan Moore, nada menos, y un artículo final del mentado Jimi Izrael. Harvey Pekar divide lo que acaba ocupando 120 páginas en dos partes: la primera dedicada a trazar la historia, el esplendor y decadencia de su querida (pese a todo) ciudad; incluyendo glorias del béisbol y hechos históricos de los primeros colonos. En la segunda, cuenta su vida (murió al año siguiente de escribir esta obra) sin ningún aliento épico, como el discurrir del día a día en las calles que van cambiando para bien y para mal, en las casas que fue llenando de libros y discos en sus épocas más compulsivas de ávido coleccionista y devorador, con las mujeres con las que se realacionó o casó (y compartió pasiones literarias), con los amigos que dibujaron sus historias (empezando por el mítico Robert Crumb) o que simplemente le brindaron conversaciones gratificantes a lo largo de décadas. Y hay que incluir aquí al dueño de una gigantesca librería de segunda mano que tiene un especial protagonismo en el cómic. Bueno, lo tienen los libros en general y, sobre todo, el ansia de conocimiento de un hombre que fue feliz al conseguir el puesto de funcionario como documentalista de un hospital de veteranos de guerra (por extraño que suene) y que le permitió leer y escribir toda su vida, con un sueldo que le llegaba para vivir moderadamente bien, y que se completaba con lo poco recaudado por medio de artículos sobre literatura y jazz, otra de sus pasiones.

Sin grandes acontecimientos, con una puntual pero certera descripción de las épocas que observó con agudeza (desde los años 50, básicamente, hasta la primera década del XXI) y un concienciado pero nada panfletario sentimiento del efecto de las crisis sobre los ciudadanos más desprotegidos, Cleveland va calando muy poco a poco junto al talante inconformista por un lado, pero adaptable por otro, de un ciudadano con inquietudes, que revela una gran pasión por su trabajo de escritor como tal, pero no se detiene a ensalzar su propia obra. Un episodio doloroso aparece cuando su mujer toma por su cuenta la iniciativa de vender la colección de discos y buena parte de los libros que el pobre Pekar había atesorado durante décadas: pero él se lo toma con resignación (debería haber sido motivo de divorcio, diría uno, pero en fin).

Pero con todo lo hermoso que es el relato, Cleveland me llamó especialmente la atención cuando lo vi en la comiquería, y me ha entusiasmado al disfrutar de cada una de sus páginas, por el dibujo de Joseph Remnant, un nombre que desconocía pero sobre el que habrá que investigar detenidamente en su página web, para empezar. Su estilo a veces puede recordar al de un Robert Crumb más refinado (en las viñetas de personajes) pero son especialmente bonitas las reproducciones de Cleveland como ciudad, sus edificios, sus calles, su biblioteca. También las numerosas viñetas de Harvey Pekar paseando y pensando, todas parecidas y todas distintivas de cada momento de la narración. Sin escenarios y situaciones espectaculares a las que agarrarse, en la tradición del blanco y negro y la fina línea de plumilla, Remnant da viveza y belleza, calidez y color a la ciudad gris, a la nieve, al sencillo esplendor íntimo de la vida de un ciudadano americano del medio Oeste, el singular Harvey Pekar.

 

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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