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Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Jamie Cullum vale tanto solo como bien acompañado #Jazzaldia 2

JAMIE CULLUM (SOLO)
Músico: Jamie Cullum (voz, piano, guitarra, bajo, armónica). Lugar: Auditorio del Kursal. Fecha: 23-VII-2015. Asistencia: Lleno, 1.800 espectadores.

RICARDO ALDARONDO

Si alguien pensó que al presentarse en solitario, sin el apoyo de una banda, Jamie Cullum iba a hacer un concierto lineal o monótono, estaba muy equivocado. Claro, que sería raro pensar eso de quien ya ha demostrado sobradamente que tiene recursos ilimitados: vocales, rítmicos, estilísticos, físicos y emocionales. “Nunca he dado un concierto en solitario, esta es la primera vez y vamos a experimentar un poco”, comentó en los primeros minutos, después de expresar una vez más su amor a “una de las mejores ciudades del mundo”, a los pintxos, “y esas cervezas pequeñitas de las que te bebes veinte”.
El segundo de los tres shows que Cullum ofrece en este Jazzaldia fue realmente una experiencia única, desde que salió al escena trajeado, deconstruyendo y acariciando entre susurros el clásico ‘I Got You Under My Skin’. En la segunda pieza ya estaba rompiendo la previsión de que fuera a dedicarse a los standards americanos (ni siquiera tocó ‘Gran Torino’). Abordó en cambio una de sus canciones mas rítmicas y efusivas, o más bien una ajena que ha hecho suya mejorando la original, ‘Don”t Stop The Music’, popularizada por Rihanna. Solo en ese tema ya desplegaba una enorme cantidad de recursos: llevaba el ritmo golpeando la madera del piano, pellizcaba las cuerdas, se quitaba la chaqueta sin dejar de cantar, jugaba con la fuerza y la sutileza. Un auténtico “one man band”.

Pero, cuidado: el hecho de que cambiara a cada momento de herramientas, técnicas y expresiones, no tuvo nada de circense. No era un más difícil todavía. Cullum se apasiona con todo lo que hace, esta en permanente motivación, degusta cada frase, se deja llevar, busca sorprenderse a sí mismo, improvisa sin perder nunca el norte, e incluso integra con reflejos un acorde mal dado. Y saca chispas a cada canción, cada estado de ánimo.

Alternó clásicos de todas las épocas con temas de su propio repertorio sin evitar los más rítmicos y complejos. Y en total complicidad con el público que, si ya de entrada le recibió con una ovación interminable, se comportó como un coro casi profesional, cubriendo las armonías vocales de los temas más conocidos, sólo con un leve gesto del jefe.

Introdujo la armónica en una preciosa versión de ‘Not While I”m Around’ del musical ‘Sweeny Todd’. Cogió la guitarra acústica tras advertir “dejé de tocar la guitarra hace tiempo, pero he estado ensayando un poco esta tarde”. Pero le salió estupendamente ‘London Skies’. Más tarde cogió un bajo eléctrico, pero para tocarlo como una guitarra rítmica en ‘Get a Hold of Yourself’.

También contó como de niño escuchaba a AC/DC y Metallica, luego se pasó al trip-hop de Bristol, de ahí al hip-hop, y entonces descubrió el jazz al eschuchar ‘Do You Knowe What It Means To Miss New Orleans’, que interpretó con pasión de pianista de tugurio.

Y se bajó al pasillo y cantó sin ningún instrumento, y entera, ‘I Get A Kick Out of You’, paseandose entre el público por toda la sala. Luego volvería a cantar “a capella”, pero además sin micrófono, ayundándose con sus manos como altavoz desde el escenario, para entonar ‘Make Someone Happy’.

Acometió un reconocible ‘Blackbird’ de The Beatles, pero le insufló un solo de piano free-jazz, y después swing, antes de volcarse en una emocionante balada, de las que borda cuando se pone sentimental a lo Sinatra. Mientras tocaba ‘These Are the Days’ preguntó si había alguien entre el público que supiera tocar el piano. Dos chicas se animaron a salir, y acabaron los tres improvisando vibrante blues a seis manos. ‘But For Now’ aportó más emoción a un tramo final en el que fue enlazando un tema tras otro, incluyendo ‘All At Sea’ y una versión de Radiohead (‘High and Dry’) mezclada con ‘Amazing Grace’. Para el bis solo reservó ‘The Wind Cries Mary’ de Hendrix, pero ya lo había dado todo en casi dos horas de concierto, solo con su gran talento, que terminó, como es menester, subido en lo alto del piano. Abajo, el público, una vez más, rendido.

Por si fuera poco, después se fue a la Plaza de la Trinidad, salió como ‘chico de las flores’ a entregar el tradicional ramo a Silvia Pérez Cruz y, más tarde, estuvo como invitado para tocar el piano con Zaz. Jamie Cullum, dispuesto a todo en San Sebastián.

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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