(Versión extendida del reportaje publicado hoy en El Diario Vasco)
“Esto es un lujazo. No sabéis lo que tenéis aquí. Yo vengo desde Burgos una vez al año a San Sebastián, y no precisamente para ver los fuegos artificiales”. Entusiasmos como ese, expresados por foráneos o locales, se podían escuchar por doquier en las dos noches centrales del Mojo Workin’, en las que la sala de Gazteszena, abarrotada a más no poder, fue una celebración gozosa y efusiva de la época dorada del soul y el rhythm & blues, con algunas de las figuras que la cimentaron en los años 60 reviviendo el esplendor de aquel tiempo en plena y contemporánea forma. Y para todo tipo de gentes: veinteañeros mods perfectamente trajeados, sexagenarios moviendo el esqueleto como probablemente no hacían hace años, expertos en soul de toda edad y procedencia y cuadrillas que tienen apuntada ya la cita del Mojo Workin’ como el mejor party del año, forman parte del variopinto público.
Otro síntoma del fervor que despierta el Mojo Workin’: mientras tocan los ‘teloneros’, no hay nadie en el bar y la sala ya está a tope. Ocurrió tanto con el fogoso soul de TT Dynamite como con la ración de ska de Soweto.
El viernes el primer plato fuerte fue Spyder Turner. Y bien fuerte. Más de uno asegura que el suyo es ya el mejor concierto que ha habido en todas las ediciones del Mojo. Pletórico de voz, derrochando simpatía y buen humor, con un movimiento de cadera y una elegancia en las formas perfectamente compatibles con su tripita después de quitarse su dorada chaqueta, a sus 70 años se remontó a canciones que grabó con 16, como la rockera ‘Ride in My 225’, emocionó con temas como ‘I Can’t Wait Until I See My Baby’s Face’, rescató una cara B, como ‘You’re Good Enough For Me’, y a la hora de acometer su correspondiente cara A, el ‘Stand By Me’ que le dio popularidad, introdujo un asombroso ‘medley’ en el que imitaba cómo harían la canción Joe Tex, Chuck Jackson, Sam Cooke, Jerry Butler, James Brown y muchos otros, para acabar haciéndola en forma de hip-hop. No es de extrañar que sea todo un pequeño héroe del Northern Soul. Un estupendo cantante y todo un personaje. Que vuelva pronto.
La banda del festival, que con tremendo mérito y pericia lleva el peso de los cuatro conciertos, tres horas cada noche, y más de 50 canciones preparadas e interpretadas entre los dos días, se tuvo que adaptar al exigente y peculiar soul de Nueva Orleans de Betty Harris. Con 76 años conserva estilo de gran dama, elegancia y sentimiento al cantar temas como ‘Nearer To You’, ‘I’m Gonna Git Ya’ o actitud de loser en ‘Cry To Me’, que la cantante comenzó declarando “esta ciudad es maravillosa”, y a mitad de canción expresó su asombro por las intervenciones de Paul San Martín en el órgano Hammond y le animó a desfogarse, así como a la sección de viento, empujando al saxo . Dedicó demasiado tiempo a hablar y en la segunda parte se dispersó un poco, pero Betty Harris tuvo tramos muy disfrutables también con ‘Ride the Pony’ y ‘There’s A Break in the Road’.
La noche del sábado fue redonda, con la banda reproduciendo a toda máquina el sonido Motown en todo su esplendor. Puede parecer sacrilegio, pero hubo temas que sonaron más excitantes y arrolladores que los originales. Y es que es una gloria que el Mojo Workin’ pueda contar con una banda exclusiva de este calibre, con su completa y vibrante sección de viento, sus coros sedosos, una sección rítmica que no desfallece en las tres horas de show de cada día y con un órgano Hammond (con lo que cuesta alquilarlo y moverlo) que es el fuelle del corazón negro del festival, gracias a una manos tan mágicas y expertas como las de Paul San Martín. Solo un pero para la banda: deben desterrar de una vez su intrínseco carácter guipuzcoano y lanzarse como las coestrellas de cada concierto que son. Ya se lo indicó Betty Harris, hagan caso a la maestra. Ah, y que la sección de viento no esté tan arrinconada y un poco a oscuras, ¡que brillen los metales!
Brenda Holloway estuvo plena de pasión y voz recreando su etapa en la Motown, vestido de brillantes incluido, y descontando alguna consulta excesiva a las hojas con las letras o alguna nota despendolada, fue un gozo total su repaso a tres clásicos de Mary Wells, ‘Two Lovers’, ‘My Guy’ y ‘Operator’, la emocionante balada ‘Every Little Bit Hurts’ y otro de sus éxitos de 1967, ‘Starting All Over Again’. Precisamente decidió ‘empezar todo otra vez’ cuando se desajustó un poco de la banda en ‘Think It Over (Before You Break My Heart)’ y pidió repetirla entera, y ya salió redonda.
Spyder Turner seguía por allí y salió a presentar, recorriendo cada uno de los cinco micrófonos, y tronchándose de la risa (como nosotros), a The Contours. Los cinco septuagernarios hicieron una salida deslumbrante con sus cinco trajes rojos y sus sinuosas coreografías y se marcaron un fantástico show cargado de canciones gloriosas, de ‘Can You Do It?’ a un arrollador ‘Just a Little Misunderstanding’ que la banda hizo con magistral fogosidad. Mención especial merecen las preciosas versiones que hicieron de baladas eternas como ‘You’ve Lost That Loving Feeling’ y ‘Oooh Baby Baby’, con la gravísima voz de Lyall Hoggart plena de emoción, solo estropeadas un poco por el parlanchín público (es extraño que un público tan entregado pueda al mismo tiempo parlotear tanto y tan alto durante toda la noche). El final fue apoteósico, con un ‘Do You Love Me’ desatado y Spyder Turner, Brenda Holloway, las coristas y hasta los directores del festival en el escenario cantando, cómo no, ‘Got My Mojo Workin’ y el público ovacionando tanto a la banda como a las estrellas de una edición magnífica.
En las dos jornadas complementarias de jueves y domingo hubo otras actividades bien interesantes, como los conciertos de Archie Lee Hooker y Blas Picón & Iker Piris, también muy nutridos de público, o la estupenda y contagiosa presentación-conferencia que Alex Cooper hizo de su nuevo libro ‘Club 45 Again’, pinchando algunas de las canciones de las que habla en el libro.