El otro día tocaba ‘Una chica tan decente como yo’ en la retrospectiva completa que Nosferatu está dedicando a François Truffaut. Está unánimemente considerada como su peor película. Tanto es así que en el libro Nosferatu, sólo se le dedica una línea, precisamente para decir que es la más menospreciada y nada más. Si le dedicamos aquí unas líneas más no es para expresar una opinión diferente, o reivindicarla, sino para confirmar que como película no es muy decente, qué se le va a hacer.

‘Una chica tan decente como yo’ es una comedia, o eso parece. Lamentablemente se acerca más a la astracanada, como si Truffaut quisiera nadar ágilmente simulando que no lleva flotador en un género que no es el suyo. A partir de una investigación sobre mujeres criminales que lleva a cabo un esforzado joven, se pone en primer plano una chica (interpretada por una exagerada y cansina Bernadette Lafont, que ya apareció en el segundo corto de Truffaut, ‘Les mistons’) cuya vida va desfilando por la pantalla en atropellados flashbacks. Esta mujer tiene una capacidad especial para acabar figurada o realmente con diversos hombres, pero a diferencia de la Jeanne Moreau de ‘La novia vestía de negro’, aquí no hay turbiedad ni secreta venganza, sino un intento de acercarse a la comedia americana más enloquecida, pero con un tono desafiante, entrecortado. Todo muy confuso y agotador.

El tiempo no le ha hecho ningún favor, y ‘Una chica tan decente como yo’ se ha quedado en un desliz que, como en las mejores familias, es mejor dejar debajo de la alfombra. Que la filmografía de Truffaut tenía aún muchas cosas buenas que ofrecer, entre ellas la película que se proyecta en el Principal el miércoles de la próxima semana, ‘La noche americana’ (1973), una de las más apasionantes y sugestivas miradas al cine dentro del cine, aunque últimamente se haya puesto de moda cuestionarla, incluso denostarla.