Es incomprensible lo que le ocurre a Ron Sexsmith. Uno ve claramente, como un hecho irrefutable y científicamente comprobable, que el canadiense es uno de los mejores compositores de las últimas dos últimas décadas, el eslabón perfecto en la cadena que va del Paul McCartney más serio y sólido al Elvis Costello de pop-rock-country sofisticado y sentimental, con Nick Lowe por en medio. Y así lo ven ellos también: Costello lo ha apoyado casi desde sus inicios, McCartney se ha rendido a su talento, y muchísimos otros músicos reconocidos han proclamado su devoción por Ron Sexsmith e incluso lo han versioneado. También en varias películas han tomado sus canciones para engalanarlas. Sus canciones son absolutamente accesibles, bonitas y acogedoras, magníficamente acabadas, aptas para cualquier tipo de público y al mismo tiempo alejadas de lo vulgar o convencional. Y sin embargo, Ron Sexsmith no termina de ser un nombre popular, no termina de ingresar en la lista de clásicos contemporáneos junto a Costello, Nick Cave y Paul Weller. Y lo que es peor, últimamente se ha puesto de moda entre la crítica ponerlo mal, cosa que a uno le parece inaudita.
Ron Sexmith publica regularmente un disco cada dos años, más o menos. Y todos son buenísimos. No hay grandes variaciones entre uno y otro, simplemente cada canción es una pequeña obra maestra de sensibilidad y buen gusto, con una melodías absolutamente cautivadoras y, sobre todo, una calidez en la forma de cantar, sin alardes ni alharacas, que no se ve todos los días. En un estilo musical en el que abunda la vulgaridad, Sexsmith emerge como tocado por una gracia cuasi divina. Y sin embargo…
Acaba de publicar su nuevo álbum, ‘Long Player, Late Bloomer’. Uno lo escucha y al principio piensa que, vale, quizás sea un disco más, que está bien pero sin nada especial, que no está a la altura de esas cuatro maravillas seguidas que publicó Ron Sexsmith, ‘Retriever’ (204), ‘Destination Unknown’ (2005) (este firmado junto a Don Kerr), ‘Time Being’ (2006) y ‘Exit Strategy of the Soul’ (2008). Pero luego lo vas oyendo más, y caes rendido otra vez ante todas y cada una de las canciones. Por eso me resulta tan desconcertante como descorazonador que alguien con tanto conocimiento de causa como César Estabiel le ponga dos estrellas sobre cinco, ¡dos! en la crítica en su crítica en ‘El País’, y se despache a Sexsmith como un blandengue, cosa que ya ocurrió con su anterior disco. No lo entiendo, en serio. Espero que al menos Juan Manuel Freire, que hace años me descubrió a Sexsmith con su amplio y laudatorio artículo en Rock De Lux, lo siga venerando. Habrá que preguntárselo. Menos mal que ayer, hablando con José Mari Belcos, me sentí comprendido al saber que él también admira a Ron Sexsmith y considera que es infalible.
Busco en internet la fecha en que vimos a Ron Sexsmith en aquel estupendo concierto en el Café Antzokia de Bilbao (4/12/2008) y me llevo la sorpresa de que vuelve al lugar de los hechos el 22 de junio próximo. Imprescindible.
‘Believe When I See It’ es una de las mejores canciones de ‘Long Player Long Bloomer’, aunque no tenga vídeo oficial.