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Ricardo Aldarondo

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Desde Cannes (2): Lynne Ramsay, Gus Van Sant y curiosidades

La primera película a competición, la británica ‘We Need To Love Kevin’, de Lynne Ramsay (directora de dos película con cierto pedigrí, ‘Ratcatcher’ y ‘Morvern Callar’) comienza con una imagen insólita: la tomatina de Buñol. No es que ningún momento de la película se ambiente en esa fiesta tomatera, es una opción estética: el rojo que pinta los cuerpos de los participantes es el mismo rojo sangre que irá impregnando muchas de las imágenes de una película en la que el esteticismo se impone sobre el drama.

La película habla básicamente de la relación entre una madre y un hijo, él está en la cárcel y a través de los flashbacks que se insertan en el presente se va viendo la evolución de ese hijo desde la niñez, que ya pintaba mal: un chaval borde de mirada retorcida y caprichos perversos. Basada en la novela de Lionel Shriver, la historia es potente, pero el cansino esteticismo ‘cool’ de su directora, y la repetición una y otra vez de los mismos clichés hasta un final que tampoco tiene nada de revelador porque es evidente a donde iba a parar, dejan ‘We Need To Love Kevin’ en un drama aparente pero escasamente conmovedor, en el que sólo brilla realmente el papelón que saca adelante Tilda Swinton, de la que ya se hablará como candidata a premio de interpretación.

Y el siempre imprevisible Gus Van Sant se ha situado a medio camino de sus últimas tendencias con ‘Restless’. O sea, ha abandonado el lenguaje crítptico y contemplativo de ‘Last Days’ o ‘Elephant’, pero continúa analizando los comportamientos adolescentes. Con una narración convencional, pero para bien, cuenta el encuentro de un chico algo obesionado por la muerte (perdió a sus padres en un accidente) y que se dedica a ir a funerales sin conocer a los finados, y una chica a la que encuentra en uno de esos actos, y que padece cáncer. Una bonita historia de amor, con un fantasma japonés como simpático invitado, muy sutil, conmovedora sin aspavientos, deliciosa e incluso divertida a persar del dramón, con espléndidas actuaciones de los dos chavales, y que demuestra que Gus Van Sant puede acercarse al gran público sin renunciar a sus marcas de estilo. Era la inauguración de la sección Un Certain Regard y la película más esperada del día. No decepcionó.

Algunas curiosidades de Cannes:

-Durante la espera hasta que empieza la proyección de las 8.30 de la mañana del Palais, siempre suena música de jazz.

-Durante los títulos de crédito finales, por muy largos que sean, no se enciende ni una sola luz. Las 2.500 personas que deben caber en el Palais van saliendo completamente a oscuras. Respeto total a la película hasta el último segundo.

-Cada entrada a cualquiera de las dos salas del Palais o cualquiera de las instalaciones principals supone pasar un detector de metales, enseñar las bolsas para que las registren y pasar la acreditación por el escaner. Como coger varios aviones cada día.

-Nespresso da café gratis a los periodistas y acreditados. Pero conseguir uno después de la primera sesión matinal cuesta un buen rato. Aglomeración total por un mini café por la cara.

-Las colas son cada vez más caóticas y se juntan las del Palais, las de la contigua sala Debussy, la entrada a las instalaciones generales y el paso de cebra principal. El resultado es una masa informe de gente, en la que uno se mete sin saber muy bien si está en la cola correcta, o si acabará en la película equivocada, empujado por un fragor similar al de la tomatina…

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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