Fui a ver la primera película que dirigió Jerry Schatzberg, ‘Puzzle of a Downfall Child’ (1970), protagonizada por Faye Dunaway, dentro de la sección Cineclassic. La proyección servía de homenaje al autor de la fotografía que constituye el cartel de Cannes de este año, y a la actriz que hace de musa de esta edición,

Aunque llegué con mucho tiempo de antelación, me colocaron en la última fila, todo estaba reservado para invitados, o por espectadores que ocupaban dos o tres sitios con la excusa socorrida de ‘está en el toilette’. Salió el director del Festival, Thierry Fremaux, que parece el correcaminos porque va presentando sesiones de una sala a otra tod el día, no sé cómo le da tiempo. Salieron al escenario Jerry Schatzberg y Faye Dunaway y hablaron sobre la película. Empezó la proyección. El sonido no iba bien. Distorsionaba y se apagaba. Después de varios minutos de protestas, salió uno de la organización y trató de decir que perdonáramos la situación…pero no le funcionaba el micrófono. A gritos, prometió que en unos minutos estaría todo solucionado, y empezaría la película desde el principio. Y así fue. Sólo que el sonido seguía roto. Se volvieron a encender las luces. Llevábamos 50 minutos de retraso, entre una cosa y otra, y como había quedado para cenar, ya no me iba a dar tiempo a ver la pelicula entera. Y aquello tenía pinta de que no se iba a arreglar. Así que decidí aprovechar el nuevo parón para largarme.

Y ahí empezó lo buenoo. Cuando iba a salir por la puerta de atrás, me di de bruces con Faye Dunaway y Jerry Schatzberg, que tenían cara de compungidos por los problemas técnicos. Decidí quedarme un poco junto a ellos, en la penumbra. La Dunaway le acariciaba a Schatzberg y le decía: “¿Estás bien? Pobrecillo, a mí no me importa, con la ilusión que te hacía esta proyección. Lo me da pena es que la gente no vea la película, con lo buena que es”.

Yo miraba y escuchaba discretamente junto a la pared. Entró de nuevo el director del Festival y avanzó por el pasillo, para hablar a la gente, a gritos, porque el micro seguía sin funcionar, y explicar el problema técnico, que era inexplicable, al parecer. Entonces la Dunaway avanzó un poco por si tenía que intervenir. Y se puso justo delante de mí. Y se iba echando para atrás mientras yo me apretaba contra la pared. Cuando su nuca estaba a dos centímetros de mi nariz y sus pies a punto de pisarme, me di cuenta de que ¡estaba descalza! Y llevaba los zapatos de tacón debajo del brazo derecho. Extraña forma de ver a una estrella en Cannes.

Cuando ya me veía aplastado en la penumbra por la actriz de ‘Bonny & Clyde’ y ‘Chinatown’, ella avanzó un poco y un par de espectadoras la vieron y le pidieron un autógrafo. Los concedió inmediatamente y con una sonrisa, y empezaron a venir más fans. Ella siguió dando autógrafos a todo el mundo, y también empezó a hacerlo Jerry Schatzberg. Una de las fans no tenía bolígrafo, así que le presté el mío. Faye Dunaway me dijo, “Espera, enseguida te lo devuelvo”, y ahí me quedé observando cómo la fila se iba haciendo cada vez más grande. Cuando finalmente me devolvió el boli con una sonrisa (los retoques faciales son demasiado evidentes, pero sigue teniendo una mirada cautivadora), y como yo tenía en la mano un bonito folleto sobre la película, no podía sino pedirle también su firma (o garabato, porque no tenía dónde apoyar el folleto, véase la foto). Cuando ya me fui, venía una auténtica marea de espectadores a pedir autógrafos, mientras Faye Dunaway decía, “Dios mío, esto se está saliendo de madre”, o algo parecido, y pidiendo discretamente socorro con la mirada. Seguía descalza y con los zapatos en la mano.

Me quedé sin ver la película, que tenía buena pinta en las dos secuencias que vimos dos veces pero no oímos; pero la disparatada sesión acabó resultando divertida.