El palmarés en Cannes suele ser bastante acertado. Los jurados cambian cada año, claro, y como en todos los festivales hay que recordar que los premios son la voz de quienes los otorgan, no del propio festival. A veces, la Palma no es la más adecuada, a tenor del sentir general, pero se compensa con otros premios bien atinados. No tenemos tanta memoria, ni hay tiempo de repasar toda la historia del festival, pero un desacierto tan total como el del jurado presidido por George Miller parece algo inédito.
En un año con muchas películas notables, que presentaba dificultades para elegir la excelencia en todas las categorías, este jurado optó por premiar lo anodino, lo desorientado y hasta lo abucheado. Para destacar lo memorable y perdurable de esta edición hay que citar justamente las películas que se han quedado sin premio. Era, sobre todo, la ocasión de darle la Palma de Oro a Jim Jarmusch, su redonda Paterson lo merecía. Pero se ha preferido otorgar de nuevo el premio máximo a Ken Loach (que ya lo obtuvo con El viento que agita la cebada) por I, Daniel Blake, otra de sus buenas intenciones convertida en película, una defensa del trabajador muy plausible pero presentada con pocos matices, un mundo de buenos y malos. Como denuncia social de los manejos de los grandes poderes era mucho más original, impactante y brillante la brasileña Aquarius, que tenía dentro a una Sonia Braga muy merecedora del premio a la mejor actriz. Sin embargo se lo llevó la filipina Jaclyn Jose por Ma’ Rosa, una de las películas más anodinas de su director Brillante Mendoza.
Curiosamente han sido premiados en esta edición varios cineastas que han presentado sus películas más flojas de una carrera otrora brillante: el gran Olivier Assayas anda un poco desorientado en su Personal Shopper y tampoco es normal hacerle compartir premio con el más acertado esta vez Cristian Mungiu por Bacalaureat. El ‘niño bonito’ de Cannes, Xavier Dolan, que esta vez decepcionó incluso a sus fans con Juste le fin du monde, era el menos indicado para obtener el Gran Premio del Jurado. Y Asghar Farhadi, que tiene muy buenas películas en su haber como Nader y Simin, una separación, ha hecho con Forushande su obra menos destacada, correcta sin más. Pero se llevó dos premios.
Ni uno solo de los apartados del palmarés quedó acertado, al menos entre los largometrajes a concurso. La mayor alegría con mucho fue el premio al mejor cortometraje para el director español ‘Timecode’, de Juanjo Giménez, sobre dos guardas de seguridad de un parking. El premio de la Semana de la Crítica lo ganó otro español, Oliver Laxe, con Mimosas. Así que mientras en la sección oficial competía Almodóvar, otro de los directores importantes que se han quedado sin nada, el cine español ha triunfado en los márgenes de Cannes. Eso sí que es un acierto.