Sigue apareciendo en los cines, antes del comienzo de algunas películas un cartel tremebundo en el que se advierte que está prohibido filmar la pantalla y sobre todo lo que se proyecta en ella, y que eso puede constituir un delito grave con serias consecuencias para quien saque la cámara de vídeo del bolsillo y tenga la paciencia de mantenerla encendida y encuadrada durante toda la sesión.
Bien está que se advierta a los espectadores de que esas conductas son ilegales y pueden acarrearles disgustos. Pero cuando llega la frase “se ruega a los espectadores que se mantengan alerta y vigilen”, por si hubiera algún filmador furtivo en su entorno, la cosa ya entra en el terreno de la broma extravagante. ¿Mantenernos alerta? Oiga, que hemos venido a ver la película, no a escudriñar la platea, y no somos ni polícias ni vigilantes. Y los que lo son, estarán en día libre, o fuera de servicio.