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Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Tintín vence los miedos

Ni me apetecía un nuevo intento de trasladar el mundo único de Tintín al cine, ni me gustaba la idea de utilizar actores para crear algo similar a la animación, ni confiaba en que Spielberg huyera de la tentación de ‘adaptar a las nueva generaciones’ el legendario tebeo. Es decir estaba lleno de miedos, precauciones y desconfianzas ante ‘Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio’. Pero Spielberg ha superado todas las condiciones, y este ‘Tintín’ ha acabado con todos mis miedos. Si se trataba de poner en movimiento al héroe sin acabar con la mítica que hemos acumulado desde la niñez acerca de la inigualable creación de Hergé (con permiso de Asterix), de momento no cabe imaginar nada mejor.

La extrañeza por esa mezcla de actor real y dibujo animado pasa pronto, y todo queda aparcado por el frenesí de la aventura, la recreación estética voluptuosa pero no exagerada del universo Hergé, la belleza de los escenarios, la gracia de los movimientos de los personajes y el respeto a la época y sus circunstancias estético-morales. Sorprende, en ese sentido, que se mantenga intacto, y casi multiplicado, el salvaje alcoholismo del capitán Haddock, capaz de todo con tal de consumir una botella más. O la exactitud en las expresiones utilizadas en el doblaje español, calcadas de la traducción de siempre de los libros de Editorial Juventud, incluidos los babuinos que incluye Haddock entre su generosísimo vocabulario de insultos, o el “yo aún diría más” de Hernández y Fernández. Y en el humor blanco, infantil y sin embargo muy inteligente de Hergé, tampoco ha tenido Spielberg necesidad de colocar guiños a los niños supuestamente menos inocentes de hoy.

Puede pensarse que hay un exceso de trepidación, pero también abundan en las viñetas de Hergé esas líneas acaracoladas que indican movimiento y agitación. En cuanto a que a veces este Tintín parece un Indiana Jones, ¿no será que hay mucho de Tintín en Indiana Jones?

No marcará una época, ni será lo nunca visto en animación (o lo que sea), pero el Tintín de Spielberg es un divertimento muy disfrutable, en el que no creo que los lectores de siempre se sientan traicionados (uno no se ha sentido, al menos) y hasta se agradece que la conclusión sea en realidad un claro continuará. Si además sirve para que ese chaval que tenía los libros de Tintín por casa y nunca los había cogido, los busque y se apasione por ellos (ya conocemos un caso concreto), la misión está bien cumplida.

De la versión en 3D nada podemos decir. Preferimos la buena calidad de imagen y la tradicional profundidad de campo, que las tinieblas con gafotas.

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Cine

Un espacio en 3D: cine, música, libros y más

Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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