No me suelen gustar los revival puramente imitativos. No le encuentro la gracia a escuchar clones del rock&roll de los 50 o del soul de los 60, pudiendo acudir a los originales. Pero Sharon Jones me ha convencido. Su último disco con los Dip-Kings es un calco exacto de la forma de cantar, de los arreglos, de las portadas y contraportadas, del soul de los 60. Nadie diría que ‘I Learned the Hard Way’ no es un disco publicado por la Motown en 1967, por ejemplo.
Amy Winehouse ya triunfó emulando a las grandes divas de la edad dorada del soul. Pero nunca le he visto el interés a las limitadas cuerdas vocales de Lady Escándalos, ni a su dudoso gusto interpretativo. Menos aún cuando desafinaba como una almeja (en surrealista expresión de un amigo) en el Rock In Rio de hace dos años, mientras los locutores aseguraban que era divina en todo. En cambio Sharon Jones, mucho más discreta en todo, me parece más auténtica y desde luego mucho mejor cantante. Y ‘I Learned the Hard Way’ es un estupendo disco de soul, hoy como ayer. El secreto no es otro que las canciones: son excelentes. Y los arreglos de cuerda y de viento, a la altura de las legendarias grabaciones de la Motown. La joya de la corona es ‘The Games Gets Old’: qué elegancia, qué maravillosas melodías y arreglos, qué canción.