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Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Barbra Streisand regresa a Brooklyn y Barbara Cook, al Carnegie Hall

No, no es a causa de Sandy ni de las elecciones, es que este post llega con retraso, y pertenece a un tiempo en que el huracán no había nacido y aún Obama se peleaba por volver a ganar, hace tres semanas. Barbra Streisand regresaba a cantar a su barrio natal donde nunca había actuado, con dos conciertos, el 11 y el 13 de octubre. Y lo hacía con motivo de la inauguración del enorme y poderoso estadio Barclays Center, para 19.000 espectadores. Estando en Nueva York, no podíamos desaprovechar la ocasión única de ver en directo a Barbra Streisand, en la segunda fecha, aunque fuera en la última esquina del último piso: los demenciales precios de las entradas (casi 1.000 euros las primeras filas, 12.000 en la reventa, única opción posible tras el rápido ‘sold-out’) no permitían otra cosa. Era un acontecimiento para todo tipo de públicos: gracias a los prismáticos comprobamos que en las primeras filas estaban Liza Minelli y John Travolta: los que les rodeaban no paraban de pedirle autógrafos. En nuestras alturas nos codeábamos con gentes de toda raza. edad y condición, incluidos numerosos octogenarios que se las veían y se las deseaban para subir los empinados escalones, bastón incluido. El bar, a tope, no solo vendía palomitas y Coca-Cola: muchos se procuraban su hamburguesa, sus alitas de pollos o su bandeja de costillas.

Nunca ha sido muy proclive a los escenarios y lleva años amagando con su retirada, pero nadie diría que Barbra Streisand se sienta incómoda ante el público o tenga mermas importantes en su voz, o muestre ningún deterioro físico (ella sabrá los métodos empleados) como para prodigarse tan poco en directo. Pero lo cierto es que en Brooklyn ofreció un grandioso espectáculo a la americana, que duró cerca de tres horas, incluyendo un intermedio y un par de descansos que la diva se permitía dejando en el escenario a colaboradores de desigual fortuna.

La obertura de Funny Girl y un I’ll Never Say Goodbye especialmente dedicado a Brooklyn ya puso al público al borde del delirio emocional e hizo evocar la cantidad de maravillosas melodías que Barbra Streisand ha acometido a lo largo de su larga carrera, todo un repaso a la grandeza del musical y la banda sonora, y que iban a conformar el relato del concierto. Un relato hecho de canciones, pero también de amplios ‘speechs’ de Barbra, repasando recuerdos con una mezcla de nostalgia y humor.

Escenario abierto

En un local que permite que el público se sitúe también detrás de un escenario sin columna alguna, abierto por todos lados, y con un sonido orientado en todas las direcciones del enorme pabellón y que se apreciaba impecable desde el último rincón, Barbra se situaba en medio de las tablas con una original disposición: el pasillo central quedaba marcado por los dos grandes fosos que, a los lados de la diva, acogían a la orquesta de un centenar de músicos, que solo medio emergían del escenario. El espectáculo de luces no implicaba solo al escenario, sino a todo el local, con lo que se producía un efectivo acercamiento a la artista, a pesar de la distancia física. Unas pantallas a los lados sirvieron también para que el concierto se iniciara con un repaso en imágenes a la vida de la artista: tres o cuatro minutos para recordar cómo nace, crece y se desarrolla una diva con fundamento, nada que ver con las que son adoradas hoy en la escena más por sus vestidos de carne y metal, que por sus escasísimas dotes artísticas.

Soñabamos con que Barbra cantara The Way We Were, de la banda sonora de la película Tal como éramos, una de las melodías más emocionantes que uno haya escuchado nunca. Y lo hizo, además, mezclándola con otra sublime composición de Marvin Hamlisch, Through The Eyes of Love, de la película Castillos de hielo. Uno no es ningún experto en Barbra Streisand, pero sí quien me acompañaba, y supe así que no es una pieza habitual en su repertorio, con lo que ese doblete en recuerdo del gran compositor fallecido hace unos meses fue especialmente conmovedor. Cuando Barbra canta suave y melancólica, lo borda.

Justo antes había abordado otro doloroso homenaje, a la también fallecida este año Donna Summer, con quien logró un éxito planetario con No More Tears (Enough Is Enough), que Barbra ofreció en Brooklyn en versión corta. Todo eso nos hizo olvidar el momentaneo rubor previo, cuando la estrella dejó en escena a un trío de tenores llamado Il Volo para que entretuviera al público mientras ella hacía un descansito. Los tres vociferantes hicieron con ella ‘Smile’, que aún; pero luego ya ellos solos casi nos producen urticaria con un desubicado y denteroso ‘O sole mio’.

En la segunda parte, Bewitched, Bothered and Bewildered sirvió para recordar qué maravillosas composiciones se esconden en los mejores musicales de los 50 y los 60 (es una de las canciones de Pal Joey). Barbra también introdujo una cuña familiar: mostró en las pantallas el regalo que le había hecho su hijo (concebido junto al actor Elliot Gould), Jason Gould, y que consistía en un vídeo de fotos del retoño a lo largo de sus 45 años, acompañado de una excelente versión de otro standard sublime, Nature Boy. Ya en persona, Jason cantó junto a su madre How Deep Is the Ocean, en un dúo mucho menos cursi y maternal de lo que pueda parecer.

My Funny Valentine o la canción Evergreen de Ha nacido una estrella marcaron el crescendo emocional hasta la sublime Here’s To Life, que probablemente nadie cantará nunca tan bien como la desaparecida Shirley Horne, pero Barbra estuvo casi a la altura.

No faltó People, ni un final con Somewhere, más un bis con Some Other Time y Happy Days Are Here Again, con el público absolutamente rendido.

Espléndidos 85 años de Barbara Cook

Días después actuaba en el Carnegie Hall la también cantante de musical Barbara Cook. Confieso que no sabía quién era Barbara Cook cuando decidí comprar las entradas. Pero no quería dejar pasar la ocasión de ver y escuchar un concierto en una sala tan mítica, cuyo eco he escuchado tantas veces en discos en directo de otros artista. Y la única alternativa era David Bisbal que, aunque cueste creerlo, actuaba en el Carnegie Hall en esos días.

Resultó que Barbara Cook es una venerable y venerada dama del musical americano que, a sus 85 años (era un concierto-cumpleaños-homenaje) y aunque, caminaba con bastón y tenía que estar todo el concierto sentada, mantenía una voz angelical fabulosa. Y un buen gusto desarmante. Con todo el Carnegie Hall en pie nada más salir a escena, Barbara Cook no ejerció de abuelita en retirada, sino de artista ambidiestra y aguda, que alternaba la sensibilidad y hondura de sus interpretaciones, con la ironía a veces mordaz y siempre ingeniosa de sus parlamentos entre canción y canción, hilvanando recuerdos con más cachondeo que nostalgia. Y evocando la primera vez que cantó en el Carnegie Hall, en 1961.

Así, descubrimos sus espléndidas versiones de standards como The Nearness of You y Georgia On My Mind, y otros más oscuros y hermosísimos como If I Love Again, también del repertorio de Cole Porter (Let’s Fall In Love) y de los musicales que interpretó en escena, además de una acertadísima y delicada mezcla de House of the Rising Sun y Bye Bye Blackbird. Y alimentó nuestro corazoncito mitómano con Lover Man: ¡pensar que estábamos escuchando esa canción donde la propia Billie Holiday la cantó! Curiosamente, también cantó, como Barbra, Here’s To Life, y estuvo aún más cerca de la versión canónica de Shirley Horn.

Tuvo la valentía de cantar Imagine a pelo, sin micrófono (y de pie para la ocasión), y devolvió toda su pureza y sentido a la tan sobada canción de John Lennon.

Al final la sorpresa se la llevó ella: figuras del musical americano como Josh Groban o la soprano Susan Graham fueron saliendo a escena para cantarle individualmente una canción, en agradecimiento por sus enseñanzas. Hay alguien a quien le hubiera gustado estar esa noche allí, pero no podía por cuestiones laborales: el actor (y cantante) Hugh Jackman, que en el programa de mano del concierto escribía cuánto le debía a Barbara Cook, a quien calificaba como la persona más bondadosa y generosa del mundo.

 

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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