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Ricardo Aldarondo

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Nick Lowe, un maestro con mucha clase

Más de uno estará hoy en el trabajo como flotando, aún metido en el éxtasis de belleza, buen gusto y pasión al que nos condujo Nick Lowe el sábado en su memorable concierto en el teatro Principal de San Sebastián.

“Qué suerte tenéis de conservar este teatro tan bonito y agradable, en Inglaterra hay muchos muy imponentes pero los de mediano formato han acabado convertidos en parkings y oficinas. Estoy encantado de poder tocar en un sitio así”, vino a decir Nick Lowe a la segunda canción, mientras los espectadores de la Semana de terror, de las funciones teatrales y de los conciertos especiales aplaudían con palpable orgullo. No le contamos, claro, los delirios de algunos que pretendieron cargárselo no hace tanto tiempo, pero en fin. Nick Lowe nos devolvió el favor de tocar en un sitio así en forma de canciones interpretadas con un buen gusto y una hermosura digna del mejor teatro del mundo.

En el desnudo escenario abrió la noche con valentía y decisión la muy joven Mery May, que a pesar del nombre y de cantar en inglés, en seguida se presentó en euskera y procedente de Arrasate. Sola con su guitarra acústica, Mery desgranó un puñado de bonitas canciones entre el folk de Laurel Canyon y algún deje de pop británico en las melodías, más una canción en francés. Tiene una voz delicada pero consistente con la que ofreció un agradable recital con un repertorio que al parecer desembocará pronto en un disco y que terminó con el Ohio de Neil Young, cantado con un deje de rabia, acorde con la letra, sobre todo en el aplaudido final.

La evolución de Nick Lowe es tan insólita como admirable. Podía haberse quedado como “ese chico de la new wave que no tuvo la suerte o el talento de Elvis Costello”, y en parte así fue durante un tiempo. El furor juvenil y las grandiosas perlas de exitoso pop-rock que entregó entre finales de los 70 y los primeros 80 parecieron pasar a la sombra a finales de esa década y en la siguiente. Pero cuando a la melena de Nick Lowe le salieron canas, qué digo, cuando su pelazo se convirtió en admirable manto blanco, el británico tuvo una grandiosa evolución retornando a las raíces americanas, que por otra parte siempre habían estado en su música. Sus discos del siglo XXI alcanzan una modernidad y una pertinencia asombrosas a base de country, rockabilly, baladas de crooner juvenil de los años 50, pop británico eterno y lamentos multiformes de rupturas amorosas. Todo tiene una frescura juvenil que parece no casar con el pelo blanco, pero el milagro se produce y con la misma gracia que termina algunas de sus interpretaciones en un gesto congelado de rocker clásico, exhibe la experiencia de un maestro con una clase y una finura british impresionantes.

Salió y se puso a cantar tan rápidamente Stoplight Roses que a algunos no les dio tiempo a sentarse (esta canción se puede ver en un vídeo de primorosa elaboración de Zuzeu aquí. En un segundo, todo fluía con naturalidad en la voz y la guitarra de Nick Lowe, que se dispuso a ofrecer un concierto de 80 minutos en el que con una coherencia total recorrió canciones de todas sus épocas y alguna nueva y mostró su dominio de todos los palos británicos y americanos, con una lectura absolutamente personal. Es increíble cómo su preciosa y nada exhibicionista voz se adapta todos los géneros, o todos los géneros quedan sometidos a su inigualable estilo.

Simplemente rasguea su guitarra con el mínimo pero preciso gesto y despliega la belleza y versatilidad de una voz nada torrencial y he ahí una interpretación gloriosa tras otra de unas canciones que parecen llevar la etiqueta “clasicazo” en cada una de ellas y contienen unas melodías con ese inaprensible secreto para calarte de arriba a abajo. Y así, tras saltar de What’s Shakin’ On the Hill a las más recientes Long Limbed Girl o Lately, I’ve Let the Things Slide, o la hermosura negra de She’s Got Soul, desembocó en uno de sus primeros hits, la imperecedera Cruel To Be Kind.

Hubo tres momentos especialmente conmovedores a lo largo del concierto: I Read A Lot, una de las más hermosas expresiones para relatar el abandono amoroso, Raining Raining y House For Sale, en la misma línea lírica. En todas ellas Nick Lowe alcanzó lo sublime a base de reducir a un susurro angelical y absolutamente emotivo, la faceta más delicada de su voz, con una entrega y una modestia desarmantes.

Balanceándose entre los medios tiempos de Rome Wasn’t Build On a Day o Sensitive Man, Nick Lowe obraba el milagro de que no écharamos de menos a la por otra parte gloriosa banda que le acompañó en el concierto de hace cuatro años en el Kursaal, a pesar de que en los discos esas canciones tienen unos elegantísimos arreglos. Pero en solitario Lowe demuestra que sus canciones son grandes en lo esencial, y que los adornos son bienvenidos, pero no necesarios.

Tras terminar con gesto rockabilly en las espléndidas Without Love y I Knew the Bride (When She Used To Rock ‘n’ Roll), Nick Lowe quiso tener otro gesto para los amantes del disco de su efímero grupo Rockpile con el más olvidado Dave Edmunds (ya había ofrecido Heart al principio) y cantó When I Write the Book con la espontánea y delicada aportación a los coros de un grupo de fans.

Era de prever que incluyera su legendario (What’s So Funny ‘Bout) Peace, Love and Understanding, que Elvis Costello convirtió en éxito y casi en canción propia, pero no esperábamos que lo hiciera con esa deliciosa calma y ese derroche de belleza.

Y menos aún que en un segundo bis completara la jugada con lo que interpretamos como un guiño (involuntario, claro) al regreso, anunciado el día anterior, de Costello a San Sebastián con un concierto gratuito en la playa el próximo 25 de julio en el Jazzaldia. Nick Lowe se permitió el lujo de dejar fuera del repertorio maravillas suyas como People Change o Hope For Us All para ofrecer un Alison aterciopelado y emocionante como no se lo hemos oido nunca a su/nuestro amigo Costello. Otra elección de humildad y maestría.

 

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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


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