Pegarse más al coche que le precede, distraer la atención, no realizar comprobaciones visuales o conducir con somnolencia son algunos de los vicios que los conductores están adquiriendo por culpa de los sistemas de las nuevas tecnologías(entendidas estas como los sistemas de ayuda a la conducción o sistemas ADAS).
Estos vicios que tienen mucho que ver con la teoría de compensación del riesgo, que explica que cada conductor está dispuesto a aceptar un nivel de riesgo constante y cuanto más seguro se siente en su coche, más riesgos asume. Llevándolo al extremo: si fuéramos en coches de cristal conduciríamos de un modo mucho más prudente, al ser conscientes de que cualquier accidente tendría consecuencias serias; en el polo opuesto, cuando circulamos en automóviles súper seguros, aumentamos la velocidad y somos memos precavidos, al sentirnos más protegidos.
Los sistemas ADAS (Sistemas Avanzados de Asistencia a la Conducción) suponen un enorme avance en seguridad. Su implantación progresiva en el parque de automóviles está reduciendo el número de accidentes, víctimas y heridos; y también los costes económicos asociados y las reclamaciones a los seguros por siniestros. Pero “como todas las tecnologías a nuestro servicio, hay que utilizarlas correctamente para obtener todos sus beneficios”, explica Carglass, autor del estudio que desvela los vicios que están adquiriendo los conductores.
El sistema ADAS y el vicio que está generando:
Frenado autónomo de emergencia
Como el conductor sabe que su coche va a avisarle y a frenar solo en caso de detectar un riesgo de colisión, se pega más al coche que le precede o distrae durante más tiempo la atención (con la radio, el móvil…) mientras circula entre tráfico denso.
Si se trata de un sistema de frenado autónomo de emergencia con detección de peatones, además, se relaja el nivel de atención al posible cruce imprudente de peatones (sobre todo, niños) en zonas urbanas, pensando que el coche va a detectarlos y a frenar solo evitando un posible atropello.
Mantenimiento de carril
Como el conductor sabe que el coche se mantiene dentro del carril y de la calzada por sí solo, se permite a sí mismo conducir con somnolencia.
Alerta de tráfico cruzado
Sabiendo que su coche equipa un sistema de alerta de tráfico cruzado, el conductor se incorpora marcha atrás a una vía sin realizar comprobaciones visuales, confiando ciegamente –nunca mejor dicho- en el funcionamiento del sistema.
Control de crucero adaptativo
Como nuestro automóvil mantiene de forma automática la distancia con el que le precede, el conductor desatiende sus funciones y deja que el sistema siga “guiando” el coche y frene por sí solo cuando, por ejemplo, abandonamos la autopista por una salida con un coche delante.
Avisador de ángulo muerto
Conscientes de que este sistema nos alertará de la presencia de otro vehículo en nuestro ángulo muerto, miramos menos por los retrovisores o dejamos de hacerlo.
Sensor de aparcamiento
Como el sistema nos avisa con señales acústicas cuando nos vamos acercando a cualquier obstáculo, ni miramos hacia atrás al dar marcha atrás para estacionar.
Cambio de vehículo
Nos acostumbramos a relajar el nivel de atención al conducir un vehículo que equipa todos los sistemas ADAS; y actuamos igual cuando nos toca llevar uno que no los equipa, aumentando el riesgo al volante sin ser conscientes de ello.